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24 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Desarme de la población

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Es sumamente delicado el tema del desarme general de la población y de que los policías y militares fuera de servicio entreguen sus reglamentarias. Soy contrario a que un tema de esta trascendencia se trate en base a la presión mediática de la violencia que ensombrece las calles, y no por el análisis sopesado y sereno.

Creo en reglamentación de la utilización de las armas de fuego, pero no en un desarme general de la población. Hay personas que necesitan tener protección, y no pueden  pagar un guardaespaldas. Regularmente los que hablan de desarme general, son los que tienen protección oficial o privada.

Lo que se tiene que implementar es la tenencia de las armas de fuego. Que sean guardadas en la casa o en el negocio, pero no que se les exhiba públicamente,  como si fuera un trofeo del viejo oeste norteamericano. El porte  si se debe restringir. No hay necesidad de amedrentar con un revolver en las calles o sitios de diversión.

En torno a los policías siempre deben portar su arma reglamentaria. El agente policial práctica detenciones, hace investigación, somete violentos a la ley, y cuando termina su servicio, no es ponerse camisa de civil y desarmado irse a su casa.

Si al policía se le quita su arma de reglamento se le estará tirando a los chacales. En países con más ordenamiento que nosotros y con amplios procesos de protección ciudadana, los policías al término de su trabajo pasan a ser civiles. Con la rampante delincuencia, un policía desarmado no tiene seguro preservar su vida. Lo que si proponemos es ampliar la tarea de educación de la policía, introducir la policía interna, apartar a los que violan los derechos humanos, y enseñarles que no son jueces ni verdugos, sino auxiliares de la justicia.

Muchas de las inconductas de los agentes y oficiales de la Policía se pueden ir enfrentando si se crea la policía interna. Ahora, ese organismo no puede ser integrado por policías, sino por fiscales especiales cuya misión es investigar  el funcionamiento de la policía.

Cuando un agente u oficial participa en un hecho de violencia, debe ir a asuntos internos; cuando un policía es acusado de inconductas, debe ser investigado por esos fiscales especiales. No se trataría de una persecución ni acorralamiento de la policía, sino acciones para normar su funcionamiento de acuerdo con la ley.

Hay que plantear en educación constante que la policía esta para proteger al ciudadano y no para golpearlo. Que combatir el delito no es tomar acciones que solo competen a los fiscales y a los jueces. Que  el derecho a la vida es sacrosanto, y que solo bajo condiciones extremas e imposibles de evadir, se debe usar la fuerza letal.

El  arma de fuego es un objeto inanimado. A quien hay que temer es al que le da un mal manejo, al que utiliza su fuerza brutal para matar por placer o por encargo. Tenemos que ampliar todos los medios a nuestro alcance para detener la violencia en la sociedad dominicana. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

Por Manuel Hernández Villeta

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