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23 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

¡Dejen eso como está en la Constitución de la República!

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Politizar el tema del aborto es más crimen que la práctica misma, por cuántas cosas se pueden derivar de este etiquetado impropio, dentro de esa “jauría” congresual inepta, en su mayoría, que se gasta este país.

¿Y qué sabe esa gente de eso, para aquilatar la verdadera importancia que tiene tal procedimiento médico? Bien sabido es que, el grueso de aquella no es más que levanta manos, en pos de complacer intereses diversos, incluidos los propios.

Dar ese carácter a un asunto tan intrincado como ése, nada más que para congraciarse, en busca de votos, con aquellos que defienden lo que se puede considerar un crimen al inicio de una corriente de vida prediseñada, en base a determinadas circunstancias por la que se debe atravesar durante el curso terrenal definido – entrada y salida del planeta -, es una gran aberración de índole espiritual.

El que se tenga que nacer de tal o cual forma, no es un asunto casual, sino causal, kármico, algo que es definido por la Madre Naturaleza en su momento oportuno, y que tiene propósitos evolutivos. De no ser ahora, tendrá que ser después, ya que el cumplimiento de la “Ley de Causa y Efecto” es inexorable.

El opinar y decidir sobre el mismo, – el aborto – es una cuestión que debe estar reservada a científicos de fuste, galenos especialistas realmente en la materia, no a comerciantes alegres del ejercicio de tan delicada disciplina, como se tienen hoy. También, a estudiosos e investigadores sobre la real esencia de la especie humana – espiritual -, que son los esoteristas.

Lo que se busca con esos padrinazgos políticos sobre la cuestión son preferencias electoreras y nada más. Ahora sale el Partido Revolucionario Moderno (PRM) “arengando” a sus legisladores en el Congreso Nacional para que adopten la misma posición del Presidente de la República, otro político en reelección obvia, buscándosela con las feministas que promueven la despenalización parcial del aborto.

Las preguntas obligadas con respecto al veto presidencial relativo, y los oportunistas defensores son: ¿qué estudios científicos irrefutables soportan esa petición de despenalizar el aborto, aun en las circunstancias que se esgrimen?

¿Y, sabrán los mismos congresistas comisionados, que encabeza el senador Rafael Calderón, para estudiar e informar sobre las observaciones al Código Penal recibidas del Poder Ejecutivo en ese tenor, de lo que en realidad se trata, y las consecuencias probables en los diferentes órdenes? ¡Difícilmente!

A los Diputados y Senadores del país bien les convendría leer el libro escrito por el señor Bernard Nathanson, “Yo practiqué 5000 abortos”. Ese médico dirigió la Clínica de abortos más importante del mundo, en los Estados Unidos, hasta el momento de concienciarse sobre lo que hacía, crímenes.

Se arrepintió de la dañosa práctica, y se convirtió en uno de los hombres pro-vida más connotados del mundo, según fuera publicado, el día en que decidió filmar un aborto, y pudo comprobar la existencia de vida, en eso que él extraía de ese vientre materno, “que en vano trataba de defenderse de la agresión salvaje que lo llevó a la muerte. Se pudo percatar hasta de su ritmo cardíaco de 140 a 200 pulsaciones, abriendo la boca en un grito silencioso de auxilio que jamás llegará”

Pero, tampoco los representantes máximos del PRM, y a ellos les va la recomendación también, saben nada sobre eso. Sí de buscar la manera de agenciarse votos, haciendo provecho del tema, y tratando de embaucar a la gente.

¡Qué se dejen de esas vivezas politiqueras, que aquí queda mucha gente pensante aún!

“El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte. No podrá establecerse, pronunciarse ni aplicarse, en ningún caso, la pena de muerte”. (Artículo 37, Constitución de la Republica).

¡Ahí está contenido el mandato de mayor peso, respétese!

 

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