Muchas de las inconductas de legisladores, alcaldes, regidores y funcionarios públicos tienen que ver con la irresponsabilidad con que los partidos políticos asumen su rol.
Para que no sea genérico, eso incluye a los principales dirigentes y organismos de dirección de las organizaciones políticas. Hay un profundo déficit en la conducta verbal y en las acciones. Y, por tanto, en las metas que se proponen alcanzar cuando entusiasman a los electores para que les voten.
Por lo regular se hacen indiferentes ante el comportamiento de las figuras en los cargos públicos y en su conducta social. Como si asumieran aquello de que entre bomberos no se pisa la manguera.
Debiéramos patinar menos en las soluciones.