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24 de abril 2024
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OpiniónVíctor Manuel PeñaVíctor Manuel Peña

De la era Obama a la era Trump

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El hecho del traspaso de mando que tuvo lugar el viernes 20de enero de 2017 en Estados Unidos marcó y delimitó al mismo tiempo el fin dela era de Barack Obama, por una parte, y el inicio de la era de Donald Trump,por la otra.

Esa transición del poder se da ciertamente en un contextodemocrático y pacífico, pero la personalidad de Donald Trump, un político noconvencional y muy atípico, le ha impreso su impronta haciendo de éste un hechomuy singular, diferente y pintoresco.

En un hecho sin precedentes, y teñido y atiborrado de densosnubarrones surrealistas, el presidente electo Trump hizo de presidente enejercicio muchos días antes de la toma de posesión al tomar decisiones yacciones publicas presionando a las multinacionales automovilísticas más importantesde Estados Unidos (Generald Ford, General Motors y Toyota) e iniciando eldesmonte del programa Obamacare en el Congreso.

Así, el período de transición fue tenso, problemático yconflictivo.

¿Qué hizo Obama en ocho años -2008-2016- y qué ha prometidoque hará Trump de 2016 a 2020?

Recordamos que Barack Obama comenzó su mandato en enero de2009 en un contexto muy problemático, explosivo y prácticamente incendiario: lagran recesión económica y financiera de 2008. Esta crisis contagió y contaminó almundo convirtiéndose en una crisis económica y financiera mundial de grandesdimensiones y magnitudes.

Esta gran crisis recesiva, que comenzó en el sectorinmobiliario en Estados Unidos simbolizado por las hipotecas basura, y que seextendió y se multiplicó rápidamente debido que George W. Bush se habíaencargado de desmantelar y desmontar del 2000 al 2008 el aparato de regulacióny supervisión de los mercados financieros, fue como una bomba que estalló enplena campaña electoral en el período junio-septiembre de 2008. Prácticamente le estalló en las manos aBarack Obama siendo aún candidato a la presidencia.

Para salvar al sector financiero, sector clave en lagestación de la crisis, y a otros sectores como el automovilístico, BarackObama siguió aplicando salvamentos o salvatajes en el marco del mecanismo deadelantos y redescuentos con los que el Estado convertía en deudas públicas lascolosales deudas y pérdidas privadas generadas por el sector privado sobre todoen el área financiera de la economía.

Pero el Estado federal estadounidense no se limitó solo ausar este instrumento de la política monetaria y a mantener bajas las tasas deinterés sino que aplicó una amplia política fiscal de estímulos al crecimientoeconómico.

A diferencia de Europa, que aplicó políticas monetarias yfiscales sugeridas por la troika que mataron el crecimiento en el tratamientode la crisis de la deuda soberana y que sigue envuelta aún en las secuelas deesa crisis, Estados Unidos prefirió el crecimiento económico a la estabilidad,aunque mantuvo la estabilidad macroeconómica, y al cabo de tres años y pico ya la economíaestadounidense daba señales de recuperación y de frágil restablecimiento delcrecimiento.

Haber restablecido el crecimiento económico, crear millones deempleos y situar la economía en la tasa natural de desempleo que se mueve entreun 4 y un 5%, después de haber tenido un índice de paro por encima del 10% enmedio de la gran recesión del 2008, es el principal logro de la gestión degobierno de Obama. Claro, se cuestionade todo esto que la mayoría de los empleos creados no son empleos de calidad.

El Obamacare tiene sus luces y sus sombras. No obstante el crecimiento de la pobreza y delos pobres en Estados Unidos como consecuencia de la gran recesión de 2008,Estados Unidos sigue siendo una sociedad ultradesarrollada en la que sonpredominantes en la población los ricos y la gente de clase media. El Obamacare penaliza a la clase media ybeneficia a los pobres, que son y siguen siendo un sector minoritario de lapoblación a pesar de la hecatombe o derrumbe de 2008. Es más la clase media subsidia el Obamacare,dado el hecho de que la clase media no tiene acceso al seguro creado por Obamay sí tiene que pagar seguros de salud y deducibles muy altos.

En nombre de la equidad social, el Obamacare debió beneficiara los pobres y a la clase media y hacer que la clase de los poderosos y de losricos cargara con los subsidios a este programa de salud.

En materia migratoria la gestión de Obama fue un verdaderofracaso: no asumió ésta que era su verdadera agenda o causa, y sí asumió, condesvelo y mucha devoción y fruición una agenda o causa ajena, la agenda o causaLGTB o LGBT (agenda o causa de los gays).

En materia de política exterior, la gestión de gobierno deObama fue de corto alcance, por no decir desteñida o fallida: No resolvió lacrisis en Siria ni el eterno conflicto israelo-palestino, fue decisivo paradestrozar a Libia y dividirla en dos estados y dos gobiernos, no pudo aislar aRusia ni reducir su influencia en conflictos regionales no obstante lassanciones impuestas, no pudo frenar la onda expansiva de ISIS y del terrorismoen el Medio Oriente y en el mundo, no pudo evitar -aún con el acuerdo nuclearcon Irán- la proliferación nuclear y los ensayos nucleares, no pudo mantenerunificada a la Unión Europea y socavó las bases de muchos gobiernosdemocráticos en América Latina comenzando por el de Manuel Zelaya en Honduras.

Creo que Barack Obama pasará a la historia por haber hechodos cosas fundamentales: 1) por haber recuperado la economía y el crecimientoeconómico después de la hecatombe de 2008, y 2) por haber restablecido lasrelaciones diplomáticas con Cuba contrariando y desafiando al enfoquepredominante en Estados Unidos y con ello al establisment.

La era Trump arranca el 20 de enero con un discurso bienbreve de toma de posesión, de pura e innegable raigambre conservadora, en elque reafirmó la idea central de rescatar la grandeza de Estados Unidos apelandoal estribillo de “América primero”, protegiendo las fronteras, internalizandola expansión de la industria para crear empleos y mercados en una especie decoto cerrado en base a la aplicación de una política comercial proteccionista yla utopía política de devolver el poder al pueblo.

Una política comercial proteccionista en los términosconcebidos por Donald Trump violaría normas de la OMC y cláusulas de lostratados de libre comercio vigentes, y contradiría la lógica de la globalizacióny el libre comercio.

¿Puede una nación por poderosa que sea rescatar su grandezasustrayéndose al orden internacional y mundial en esta etapa delmultilateralismo, el libre comercio y la globalización? No

Y definitivamente no es posible reconstruir el orden internoni el orden externo de una nación sin entrar en relación con los demás, máximecuando algunos de los demás corren parejo con el país en cuestión.

Para hacer realidad sus planes de gobierno, Donald Trumptendrá que tener aliados internos y aliados internacionales, y esos aliadosinternos e internacionales no se atraen ni se conquistan en base posicionesbasadas en la jactancia, la prepotencia, la fuerza y el unilateralismo.

Esas relaciones internas, sobre todo con los aliados internacionales,históricamente han estado fundamentadas en el principio del quid pro quo,habida cuenta de que Estados Unidos no existe solo en el mundo.

¿Tiene Trump la formación, la capacidad, la visión, lavoluntad y el concierto de fuerzas para construir un orden interno y externomejor para Estados Unidos que el que construyeron sus antecesores desde laSegunda Guerra Mundial? ¿Están bien enfocados y orientados sus planes,políticas y estrategias para reconstruir el orden interno y externo? ¿TieneTrump el gabinete idóneo para rescatar la grandeza de Estados Unidosreconstruyendo su orden interno y externo? Las respuestas a esos interrogantesson un son rotundo no.

El FMI, un organismo financiero internacional desacreditado yfracasado por un tener un esquema fijo e invariable de intervención públicapara corregir grandes desequilibrios y que aplica por igual a economíasdesarrolladas y subdesarrolladas, acaba de hacer un pronóstico con poco asideroreal: el programa económico de Trump ampliaría la expansión de la economíaestadounidense. Es contradictorio, además, que el FMI aplauda el programa derebaja de impuestos en Estados Unidos, cuando lo que acostumbra a hacer eneconomías (desarrolladas y subdesarrolladas) con macro-desequilibrios esrecomendar un sobreajuste impositivo (sobredimensionado aumento de impuestos) yun recorte dramático del gasto público.

¿Y cómo es posible que el FMI felicite esa colosal rebaja deimpuestos que Trump piensa aplicar en Estados Unidos, cuando el FMI sabe muybien que esa gigantesca rebaja de impuestos matará la progresividad del sistematributario, penalizando y perjudicando dramáticamente a la clase media y a lospobres en esa nación? ¿Y cómo es posible, además, que el FMI felicite ardientey fervorosamente el aumento de la desigualdad y de la pobreza en esa nación,habida cuenta de que esa grandiosa rebaja de impuestos está focalizada ydestinada a favorecer y a engrandecer el gran capital?

El FMI no deja de confabularse y congraciarse con el grancapital, al que ha servido siempre.

Otro asunto escalofriante es que Trump tiene en agendareducir y destrozar otra vez el aparato de regulación de los mercadosfinancieros, en una especie de “retorno de lo idéntico” al volver sobre lospasos siniestros de George W. Bush del 2000 al 2008. Si Trump hace eso a Dios que nos cojaconfesados.

Por otra parte, la promesa de Trump en el discurso de toma deposesión en el sentido de que devolverá el poder al pueblo, a los ciudadanos,no pasa de ser una verdadera quimera, fantasía, utopía o ilusión y, por ende,una demagogia: la democracia nunca ha sido el gobierno del pueblo y para elpueblo como dijo Abraham Lincoln (únicamente los gobiernos son electos por elpueblo); por el contrario, siempre ha sido y seguirá siendo el poder en secretode los representantes (gobernantes o mandatarios) del pueblo. Un hombre, el hombre individual, no está encapacidad de revertir el significado, contenido y alcance histórico de lademocracia indirecta en la sociedad capitalista, mucho menos si se trata de unimperio o de una superpotencia como Estados Unidos.

Las multitudinarias manifestaciones de mujeres y de hombresen contra de Trump el sábado 21 de enero dan cuenta de que el gobernante nopodrá gobernar sin tomar en cuenta la diversidad y los derechos de las minoríasen Estados Unidos, porque de lo contrario, los conflictos con gran parte de lasociedad serán permanentes a todo lo largo y lo ancho de su gobierno.

La era de Trump inicia su despegue en un contextosurrealista, dibujado y desdibujado por el mismo, que contrasta con la realidaddura y verdadera de estos tiempos de post guerra fría.

 

 

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