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23 de abril 2024
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OpiniónCarlos Martínez MárquezCarlos Martínez Márquez

De cara a la educación

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Diacronía en América Latina

‘’El hombre es lo que lee’’.Joseph Brodsky

La proactividad de Norteamérica en cuanto a política de estado respecto a la educación, ha sido el modelo a ponderar para implementar un diseño curricular que vaya acorde a las necesidades de la nación. América Latina debe inclinarse a esos preceptos relativos a la evolución cultural y formación de sus ciudadanos. Hoy día, las escuelas comunitarias, se han constituido en un puente alternativo y mitigante para disminuir la presión de la pobreza que alberga los pueblos más vulnerables, para salir del laberinto de los marginados.

Los Community Colleges son centros con metodologías de formación técnico-profesional
iniciados dentro del sistema de educación de los Estados Unidos desde hace décadas.

Para el año 2017, se realizaron estudios acerca de la importancia de la formación académica en
los Community Colleges para la incorporación de los jóvenes al sistema productivo mucho antes
de haber concluido una carrera universitaria.

De acuerdo a los datos vertidos por el Community

College Research Center, me llamo poderosamente la atención que un 45 por ciento de los
estudiantes universitarios en los Estados Unidos de Norteamérica realizan sus estudios en uno de
esos centros.

El siglo 21 es la era de las tecnologías e inexorablemente se convierte en el eje supremo del
conocimiento evolutivo para una mejor integración en el mundo global.

En consecuencia,
América Latina debe romper con los esquemas de carreras tradicionales como su mayor y mejor
oferta, incorporando a sus programas más opciones de carreras técnicas más cortas y que
impliquen una menor carga económica para aquellos estudiantes de recursos limitado, lo cual
permitirá a estos estudiantes incorporarse al sistema económico de sus países de manera más
viable.

La tendencia al crecimiento económico en América Latina debe estar asociado imperativamente
a este maravilloso sistema de educación de dos años, cuyos resultados vendrían a dar certeras
respuestas a los requerimientos que demandan las empresas de vanguardia en sus respectivas
regiones.

Los Community Colleges se constituyen en un elemento bisagra para acceder a estudios
universitarios más completos – si se quiere – de cara al futuro.
El título que se otorga de “Técnico
Superior” a los estudiantes, les será suficiente para desempeñarse en las áreas laborales
correspondientes; asimismo la incorporación del inglés u otros idiomas, como parte del pensum
sería de gran importancia para complementar estas carreras técnicas.

La incorporación de los Community Colleges en América Latina debería ser una prioridad de
Estado. Una gran mayoría de jóvenes no tienen posibilidades inmediatas de ir a las universidades
por los costos que tendrían que soportar durante su preparación de cuatro o más años y se les hace
casi imposible lograr sus metas.

La marginalidad podría ser un factor estacionario, en la que si
tomamos en cuenta este tipo de educación formativa para la titulación técnica a medio término,
podría ser la clave para mitigar un tanto la pobreza en las regiones latinoamericanas mas
vulnerables.

La República Dominicana inicio hace 6 años este modelo de educación técnico superior y los
resultados han sido eficazmente favorables.

Se ha estado realizando un trabajo sistemático para
que los egresados tengan una independencia socio-económica que los coloque en el próximo
peldaño.

En esa misma tesitura estarían los demás integrantes de la región de América Latina,
para mejorar la realidad de marginalidad a la que históricamente ha estado inmersa.

El impacto de los Community Colleges en Estados Unidos tendrá que ser tomado como marco de
referencia, cuya implementación ha rendido sus frutos a través de largos años.

 

Por: Carlos Martínez Márquez

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