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23 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

De Abraham Lincoln a Oscar de la Renta

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Un joven dirigente del PLD, Rafael Paz, acaba de proponer el posible cambio de nombre de la avenida Abraham Lincoln o el de la avenida Winston Churchill por el nombre de Oscar de la Renta. A mi entender, con todo el respeto al Joven Rafael Paz, al cual no conozco, la propuesta sorprende muchísimo.

No objeto y hasta apoyo que las calles y las avenidas principales, en su gran mayoría, lleven nombres de dominicanos ilustres y meritorios en lugar de personalidades o ciudadanos notables de países  extranjeros, aunque algunas calles deben llevar nombre de personas que no fueron ciudadanos dominicanos. Por ejemplo, quien no justificaría que una calle, y hasta no digo una calle sino una avenida importante, lleve el nombre de Bolívar (en honor a Simón Bolívar) y otra el de José Martí.

En resumidas cuentas, no podemos rendirles culto al chauvinismo rancio, ni en el nacionalismo exagerado y ni caer en la xenofobia, aunque tampoco en el otro extremo que es la xenofilia en el cual solemos caer los dominicanos. No tenemos que admirar tanto lo extranjero en desmedro de lo nacional, pero tampoco exagerar lo nacional y sentir desprecio por lo foráneo. No debemos pensar y actuar así porque vivamos una era de globalización y de un injusto libre comercio, impuesto por la hegemonía del capital financiero en el mundo, más bien, debemos pensar y actuar así porque debemos tratar de ser los más justos posible y solo así los humanos podemos construir nuestra propia felicidad.

De Oscar de la Renta se sabe que fue un diseñador de modas muy exitoso, tal vez el más famoso internacionalmente y si no uno de los mas famosos. Se sabe que por su éxito acumuló una buena fortuna. Ahora bien, todo el reconocimiento que logró tener en su vida no justificaría el que se elija cambiar de nombre a una avenida que lleva el nombre de Abraham Lincoln por el nombre de él.

El nombre de un hombre que como jefe de estado, en el ejercicio del poder político en su país, fue el principal responsable de tomar la decisión de liberar a los esclavos. Sus méritos son más que suficientes para que la avenida que lleva su nombre lo siga llevando, no importa que haya nacido en los Estados Unidos. Parece que el joven Rafael Paz desconoce la gran obra de Abraham Lincoln, ya que parece una osadía semejante propuesta.

Mejor debiera pensarse en cambiarle a otra calle, talvez a la avenida George Washington, a la calle Summer Welles o la calle Charles Summer. La esclavitud fue el régimen social más odioso que ha conocido la humanidad, ya que privaba de toda libertad al ser humano, por lo que se puede decir que los dueños de esclavos ostentaban muchos privilegios explotándolos, al obligarlos a trabajar para ellos sin que los esclavos tuvieran ningún derecho, ni el de su propia vida.

 

En tal sentido, sin temor a equivocaciones, liberar a los esclavos le costó la vida a Abraham Lincoln, ya que este fue asesinado en un teatro, mientras presenciaba una función en este. Quien escribe este artículo considera que el nombre de Lincoln no debe quitársele a la avenida para sustituirlo con el de avenida Oscar de la Renta, pues sería una aberración. Si el hecho llegara a ocurrir, no nos sorprendería tanto, pues como en el mundo se está leyendo todo al revés, como el título de la obra de Eduardo Galeano: Patas Arriba-La Escuela del Mundo al Revés. Hoy día, lo curvo aparece como recto, lo honesto como deshonesto, lo vil como digno, y viceversa en todos los casos.

Lo indigno aparece como si fuera digno y viceversa. Acaso no se le ha llamado a Balaguer Padre de la Democracia; llamarle padre de la democracia al hombre que se encargó de gobernar bajo un clima de intolerancia y represión: encarcelamientos, allanamientos, destierros y asesinatos de los opositores a su régimen despótico de corte bonapartista.

 

En el caso de Oscar de la Renta no estamos diciendo que no fuera honrado, honesto, etc., pero sus méritos no pueden compararse con los de Abraham Lincoln, más que hablar de méritos hay que decir fue un hombre del éxito, un gran triunfador en los diseños de confecciones de ropas de vestir. Fue un hombre de fama mundial, un dominicano de fama internacional, lo que le permitiría lucrarse mucho y tener una gran fama como diseñador.

La economía de servicios en que vivimos, en la que no se producen caramelos, donde nuestros industriales con los tratados de libre comercio quieren ser intermediarios y no dedicarse a producir, lo que queremos es vivir como en una obra de ficción, promoviendo actividades relacionadas con el turismo. Pardiez, jamás podemos estimular eso, seamos realistas, el dominicano no puede seguir pensando en el boato y la opulencia.

Ahora bien, ¿Justificaría lo que se acaba de decir el cambio de nombre de la avenida que lleva el nombre de Lincoln? De ninguna manera, pues el ex-presidente de Estados Unidos sí que realizó una gran obra, con lo cual su nombre adquiere una dimensión universal. Los grandes honores para los grandes colosos, esos seres humanos que sus grandes obras los hacen imperecederos en el imaginario colectivo de la humanidad, volviéndose intemporales. De ese modo y no de otro es como debemos medir las obras de los hombres.

Debemos llamar al pan pan y al vino vino. Cada quien en la justa dimensión y no sobredimensionar.

 

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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