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19 de abril 2024
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OpiniónFrancisco S. CruzFrancisco S. Cruz

Danilo Medina y sus adversarios….

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No es la primera vez que un expresidente, post dictadura trujillista (1930-1961), vive el asedio, la maledicencia pública o, incluso, la cárcel –Salvador Blanco Jorge (1987). Joaquim Balaguer y Antonio Guzmán, estuvieron ante el latente escarnio, o por lo menos, bajo insinuación-amenaza -solapada o abierta- por disímiles razones (políticas o de Estado); solo que el primero, guardó, cual Fouché, demasiado legajos de sus adversarios y el árbol genealógico del origen de las riquezas de sus antepasados; y el segundo, ante la insinuación, según trascendió, así fuera contra su entorno, decidió a su manera….

Sin embargo, el caso del expresidente dista mucho de sus anteriores pares: es un político y líder fraguado en las adversidades, dueño de una hazaña sin precedentes -el presidente más votado (casi un 62%, 2016)-; y, por último, tiene en su haber la gestión de gobierno que más énfasis programático puso, post transición democrática 1961-1978-, en la deuda histórica social acumulada.

Quizás, en el fondo, esa impronta, que le cambió el rostro a miles de ciudadanos, sus adversarios no se lo querrán perdonar como tampoco a su partido que acaba de salir del poder -sin chistar ni desconocimiento alguno-. Contrario, ni en 2012 ni en el 2016, la oposición, derrotada, no le reconoció sus triunfos avalados por observadores nacionales y extranjeros.

La obra de gobierno de Danilo Medina y el PLD -2012-2016 y 2016-2020-, está ahí en los anales de nuestra historia y el registro-monitoreo de organismos internacionales: el país avanzó, en todos los ámbitos, como nunca. Incluso, la prueba más fehaciente es como creció el producto interno bruto (PIB) y el presupuesto nacional desde 1996 hasta la fecha; y encima, bajo un clima de estabilidad sociopolítica, de inversión extranjera, estabilidad macroeconómica, crecimiento económico sostenido -lidereando la región-, gobernabilidad democrática e implementación de políticas públicas de inclusión social y atención especial a la producción agrícola y agroindustrial….

De modo que podrán tratar de acorralarlo, humillarlo o, incluso, probar con enjuiciarlo; pero jamás borrar su impronta de gobierno, pulverizar al PLD o, hacer de él un expresidente sin gravitación e influencia nacional alguna (obviando que es el presidente del partido oposicionista mayoritario). ¡Eso jamás! Tampoco podrán imponer la mentira-percepción de que corrupción pública-privada es obra y gracia -histórica-estructural- de los gobiernos del PLD, cuando todos vemos que a un escándalo de corrupción actual le sigue dos o tres expedientes o encauzamientos de la pasada administración -que habrá que demostrar en juicio oral y contradictorio-. Tal vez esté equivocado, pero no creo que esa ruta -mediática-judicial- pueda dejar una impronta, duradera e institucional, en la lucha contra la corrupción pública-privada. ¡Piénsenlo!

 

       Francisco S. Cruz

 

 

 

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