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24 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

¡Cuánto hablar! Monsergas a granel se escuchan

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Cuando los pueblos no tienen memoria, ni capacidad de análisis, y mucho menos conciencia, verbigracia el nuestro, siempre están dispuestos esos a proseguir escuchando a todas estas “gallaretas” existentes en Dominicana; como, a seudo analistas y comentaristas de baja monta, que hacen uso ambos de la televisión nacional, para “disparatear”, sin reparo alguno, y procurar “embobar”, como embaucar aún más a los ignaros que los escuchan.

Estar siempre lloviendo sobre mojado, es lo que más hacen esos personajes, algunos de los cuales se tornan hasta “asqueantes” en ocasiones, por sus apariciones casi a diario en la pantalla chica local, repitiendo y repitiendo sobre las mismas temáticas, sin nunca aterrizar en los meollos de los asuntos que tratan. Jamás refiriéndose a las causas que provocan las situaciones de que hablan; y, menos, haciendo referencia a cómo combatirlas.

Evidentemente, muchos de esos parlantes, realizan trabajos de “bocinajes”, encomendados y pagados por los sectores hegemónicos que gravitan en el país, políticos y empresariales, que por lo regular están asociados con las actividades propias de ambos “bandos”.

Pero, además, abordan esos “parlanchines”, indoctos en su mayoría, temas de carácter social generalizado, que afectan sobremanera directamente a la juventud, como a los adolescentes locales.

Entre esos están, aquellos que tienen que ver con la educación; la deshonra a los valores, y a los símbolos patrios que aquí se respira; la degeneración de la música autóctona nuestra, como la adopción de ritmos extranjeros, inductores hacia la drogadicción, y al sexo desmedido, acompañados esos de mensajes aptos para esos fines; como, a actos delincuenciales de naturaleza múltiple.

Esos comunicadores, comentaristas y periodistas algunos, solo hablan y hablan, vale reiterar. No aportan recomendación alguna, en términos de nada solucionar.

Sus intervenciones públicas lucen más bien, como para condicionamientos mentales en la población; que conforme se acepte todo; que se llame a quieta la gente. Lucen obedecer sus participaciones como a un plan premeditado, concebido por sectores interesados en el logro efectivo de sus propósitos malsanos.

Más que obvio se reporta su papel, y se han instituido como cadena de retransmisión de mensajes provenientes de los sectores antes mencionados, para “embobar y narigonear” personas, ingenuas por supuesto.

De ahí que reciban tan jugosos patrocinios. y prebendas estatales distintas, que alienten el continuar en esos menesteres laborales. ¡Buen trabajito ese!

¡Qué triste realidad la abordada!

 

Autor: Rolando Fernández

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