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19 de abril 2024
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Cruz Jiminián, «el médico del pueblo», ha vuelto a casa

Cruz Jiminián, «el médico del pueblo», ha vuelto a casa
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EL NUEVO DIARIO; SANTO DOMINGO.- En vidrio o madera, el coronavirus sobrevive hasta cuatro días, pero ni la más dura plaga ha podido resistir la fe de los dominicanos que durante casi dos semanas rogaron por la vida del «médico del pueblo’, Félix Antonio Cruz Jiminián (Antonito), quien este domingo ha vuelto a casa.

El galeno, de 68 años de edad, había sido ingresado el pasado 30 de marzo en la Plaza de la Salud en Santo Domingo, tras presentar un cuadro febril y síntomas relativos al virus del dengue, que al final terminaron siendo producto de la neumonía de Wuhan.

Ese «ángel», en quien reposa la esperanza de muchos para mitigar sus problemas de salud, y hasta personales, se debatió entre la vida y la muerte por más de diez días en la Unidad de Cuidados Intensivos del referido centro médico, donde incluso, hizo un paro cardíaco y fue conectado a un ventilador mecánico.

Al poco tiempo, entre oraciones, ciencia y tocilizumab de 400mg, el doctor abrió los ojos, respiró solo, dijo su nombre y empezó a dar órdenes sobre su propio tratamiento.

Oriundo de Las Cabinas, un campo de Jarabacoa, Cruz Jiminián nació en noviembre de 1951; es el segundo de los cuatro hijos de un ebanista y una ama de casa, quienes, en busca de mejores oportunidades, decidieron emigrar a Bonao, y, para cuando el doctor cumplió doce años, se trasladaron a la capital, radicándose en el populoso barrio Cristo Rey.

Al concluir sus estudios secundarios en el Liceo Juan Pablo Duarte, “Tonito” decidió hacerse sacerdote e ingresó al Seminario Santo Tomás de Aquino, pero al término de los estudios, lo enviaron a la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) para cursar Filosofía.

Allí se convenció de que el sacerdocio no era lo suyo, pues no estaba de acuerdo con algunas doctrinas de la Iglesia, por lo que el Cardenal le dio un año sabático en el que decidió ingresar a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en 1972 donde se graduó de médico en el 1980, sin anillo ni foto, pues para eso no le alcanzaba el bolsillo.

Cuentan que Cruz Jiminián asistía a clases a pies y esperaba hasta las tantas de la noche para poder estudiar con los libros de sus compañeros, muchos de los que hoy laboran en su clínica.

Al término de sus estudios, el joven galeno creó un pequeño consultorio, con una camilla de madera vieja y un escritorio, los cuales aún conserva; la gente acudía en masa a tal punto de que en Cristo Rey decían que se trataba de “un brujo”, pues no entendían como el doctor podía curar bajo las condiciones paupérrimas del lugar.

La idea principal del “médico del pueblo”, como lo bautizaron, se basó en crear un centro para atender a gente que no podía pagar servicios médicos privados; cobrar honorarios bajísimos, e, incluso, ofrecer servicios gratuitos, cosa que cumplió hasta el día que fue ingresado de emergencia.

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A medida que pasó el tiempo, y a través de donaciones y ayudas estatales, Cruz Jiminián creó diversos programas de asistencia social, se agenció dos ambulancias, dos módulos odontológicos y montó operativos médicos, entre otras muchas cosas.

A esta “clínica del pueblo”, acuden todo tipo de pacientes; se realizan cirugías de labio leporino y paladar hendido, hidrocefalia, doble sexo; funcionan módulos odontológicos, área para tuberculosos, vacunación, comedor para envejecientes, área de hemodiálisis renal, y hasta gestión de declaraciones de nacimiento tardías.

“En mi maletín médico cargo de todo, menos medicina; desde alicate, destornillador hasta silicón, y no me avergüenza decirlo”, había dicho el doctor que en 2020 cumple 38 años al auxilio de las más nobles causas.

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