Santo Domingo 23 / 31 Soleado
ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
24 de abril 2024
logo
OpiniónRoberto LafontaineRoberto Lafontaine

COVID-19, única alternativa “aislarse, aislarse, aislarse”

COMPARTIR:

…, es lógico concluir que, si el avance del COVID-19 se produjo por debilidades circunstanciales al momento político, propicias para la velocidad de contagio del virus, es necesario evaluar la efectividad de las medidas implementadas por el Presidente a partir de los resultados, vistos a dos semanas de implementación, para luego, valorar la pertinencia o no de fortalecerlas.

Con esta aseveración concluí el artículo anterior.  Motivado por ella, un extraordinario amigo me expresó el agobio existencial que prácticamente lo ahogaba;  debido, más que al encierro para prevenir la  enfermedad, a los tantos pronósticos negativos sobre la misma, emitidos, incluso, por los entendidos en el área de la salud que lo circundaban.    Por él, y demás personas abrumadas, que no he tenido el gusto de tratar, me veo en la obligación de completar la opinión con respecto al tema.

Concluido el periodo de cuarentena decretado por el gobierno, eje central de la estrategia para la desaceleración de la dinámica social  e inmediato aislamiento de las personas, con el propósito de mitigar el impacto de la llegada de la pandemia de COVID-19 a la República Dominicana,  es natural que tanto en los implementadores de la misma como en la población general surja una interrogante. ¿Qué efecto en el curso de la epidemia ha tenido el conjunto de medidas implementadas?

La respuesta de cada quién es el fruto de una racionalidad personal, construida por la interrelación entre el paradigma normativo de su conducta y las vivencias en las condiciones existentes en el espacio donde nació, creció, se desarrolló y envejeció.  Si priman en este la espiritualidad, la respuesta se inclinará hacia un castigo divino, de curso incontrolable por la acción humana; si es secular, la misma estará sujeta al desarrollo de las tecnologías para acortar la historia natural de la enfermedad en el cuerpo, o mejor aún, prevenirla.

También, los sentimientos pueden proyectar una perspectiva de inseguridad y angustia ante la incertidumbre de poder alcanzar el propósito de vida o, ¿por qué no? de alegría, debido a que el destino posibilitó la creación de las condiciones necesarias para lograr una meta específica.  Nada humano se puede descartar ante el impacto de un fenómeno de tal magnitud.

Ahora bien, si es profesional de la salud, la opinión emitida se comprende desde el enfoque de la solución de los problemas del área.  Puede ser a partir de intervenciones para el fortalecimiento del sistema sanitario o, al desarrollo de los centros de servicios de salud propiamente dicho.

Apostar a este, es trazar una senda al fracaso en la contención de los efectos deteriorantes en la salud de los individuos en las poblaciones ocasionado por la epidemia, no tanto porque las adecuaciones efectuadas en los centros no llenen las expectativas de atención de cara al impacto esperado de la epidemia, sino porque el mundo es  testigo de excepción de cómo han sucumbido dichos centros en las grandes potencias desarrolladas ante el desborde de la demanda de los servicios de salud propio de la propagación de la enfermedad al interior de las comunidades.

¿Cuál es la situación en la República Dominicana?  Al cuatro de abril del año en curso, tres días después de concluir la cuarentena, se habían diagnosticado 1745 pacientes COVID-19 positivo, un 29% por ciento menos de lo esperado a partir del cálculo efectuado con modelos matemáticos utilizados por técnicos de la Escuela de Economía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Por demás, de los boletines especiales realizados por la Dirección General de Epidemiología, del Ministerio de Salud, con el móvil de direccionar las acciones estratégicas de acuerdo al impacto del COVID-19 en los barrios y municipios del país, se puede observar una consistente reducción del aumento de nuevos casos confirmados por laboratorio.  Tanto así  que, a partir del boletín No. 14, esta se sitúa en cifras de un dígito, llegando al 7% en el boletín No.17.  Lo que ubica al país ocho puntos porcentuales por debajo del promedio de América y uno, de los países del mundo.

Si bien es cierto que se debe elevar el número de pruebas de laboratorio para que el dato tenga validez estadística con fines comparativos, no es menos cierto que la relación de los datos sospechosos descartados por laboratorio versus los confirmados COVID-19 apuntan a que dicho por ciento tenderá a la reducción con el aumento de la capacidad de confirmación diagnóstica.

Como se puede observar, hay indicadores para calmar las angustias ocasionadas por la posibilidad de ser alcanzado por la enfermedad, cuando nos alejamos de los números absolutos se puede observar avances importantes en el control de la epidemia, el mismo efecto de orientarse en la complejidad del bosque cuando se aparta la hoja de un frondoso árbol de la cara, ahora bien, no todo es color de rosas.

La discrecionalidad de los diferentes estratos de la sociedad para cumplir con el aislamiento social absoluto; la capacidad del Estado para sostener en el tiempo la satisfacción de las necesidades mínimas de la población pobre, y la parada; unido a la elevada mortalidad en el promedio de 62 años, por debajo del comportamiento en otros países, es motivo para inquietarse por el éxito de la estrategia al final del túnel.

Aun así, y parangonando el llamado del Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud, en esta fase de la pandemia evitar que el SARS-Co2 te alcance, implica “aislarse, aislarse, aislarse”.

Por: Roberto Lafontaine

Comenta

[wordads]