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19 de abril 2024
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“Corpus Christi”: Crónica de un falso sacerdote

“Corpus Christi”: Crónica de un falso sacerdote
En la imagen, póster oficial de la película Corpus Christi. (Fotografía: Fuente externa)
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La celebración de Corpus Christi siempre me ha parecido una ceremonia peculiar. En los tiempos de mi juventud asistía al ritual porque en el colegio católico en el que estudiaba obligaban a que todos los estudiantes a que fueran.

Nunca fui muy religioso, era un escéptico, pero en aquel entonces era impensable que alguien rechazara el génesis dogmático de ese rito litúrgico. Con el paso de los años la cosa cambió. Y ahora el pensamiento crítico de la adultez me ayuda a cuestionarla. El término proviene del latín y significa ‘cuerpo de Cristo’.

Su propósito es amplificar la fe de los creyentes de la Iglesia Católica en la presencia de Jesucristo a través del culto conocido como eucaristía, que funciona públicamente para rendirle el culto de adoración 60 días después de la fecha del Domingo de Resurrección. En pocas palabras, es una festividad de especial relevancia en las sociedades donde predomina el dogma católico, pero que debajo de todo es un pilar fundamental de la iglesia para perpetuar su autoridad.

Algo similar pasa en ‘Corpus Christi’, el título de una película polaca que vi recientemente y que dirige Jan Komasa. Estuvo nominada al Oscar de mejor película extranjera. No me disponía a escribir sobre ella, pero la impresión que me causó me obligó a hacerlo por el hecho de que ejecuta el significado de esa conmemoración religiosa como la parábola perfecta para describir una sociedad corrompida, a través del calvario personal de un delincuente que se hace pasar por sacerdote para escalar en la esfera social.

Tanto el director como su guionista, Mateusz Pacewicz, afirman que basaron la idea en varios casos de fraude en el sacerdocio, una práctica que supuestamente es muy frecuente en Polonia, donde los individuos desfavorecidos se escabullen en la iglesia como sacerdotes falsos para gozar del reconocimiento y de los privilegios que les ofrece.

Aunque examina a fondo una problemática del fenómeno en una localidad de Polonia, el asunto es tan universal que fácilmente puede encajar en cualquier país del mundo cuando trata temas como la hipocresía, los recovecos morales de la fe y la circunstancia social de los sujetos perdidos que buscan desesperadamente una identidad.

Esto lo veo de inmediato al ver al protagonista, Daniel (Bartosz Bielenia), un joven que cumple una condena en un reformatorio de menores. Al salir de allí, experimenta una transformación espiritual con la que anhela convertirse en sacerdote, pero su historial delictivo se lo impide. Cuando es enviado a trabajar a un taller de carpintería en un pueblo, a su llegada se hace pasar por sacerdote y se encarga accidentalmente de la parroquia local, convirtiéndose en un predicador popular.

En la sociedad que exhibe la película todos son pecadores que anhelan ser redimidos y esconden secretos que se alejan de cualquier espectro moral, donde la dicotomía entre el bien y el mal se difumina cuando los líderes falsificados tienen la palabra. Esa ambivalencia le sirve a Komasa para elaborar una crítica demoledora de las trampas de la moralidad en los sistemas religiosos y sociales que, en ocasiones, obstruyen el caos que engendra la naturaleza humana.

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Sospecho que los más ingenuos verán esta película como una revelación al servicio del catolicismo por la forma en la que dialoga con cuestiones relacionadas al pecado, la fe, la salvación y el perdón. Otros lo verían como una blasfemia sinigual al extraer paralelismos con la efigie de Jesucristo. Pero nada que ver. Si bien, son tocados con cierta ligereza, lo que hay claramente por detrás es un tratado filosófico que plantea la condición humana como la única misericordia posible y las diatribas políticas de primer orden que critican al status quo de una nación.

El efecto se consigue con una puesta en escena sutil, un estilo visual bellísimo, una tonalidad grisácea y azulada que acentúa los pensamientos más profundos y un impostor reformado que encuentra la autonomía por medio de la engañifa. La crónica del falso sacerdote es tan original como insólita, con una actuación fenomenal de Bartosz Bielenia. Es un film muy conmovedor de Komasa.

Ficha técnica
Año: 2019
Duración: 1 hr 55 min
País: Polonia
Director: Jan Komasa
Guion: Mateusz Pacewicz
Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine
Fotografía: Piotr Sobocinski Jr.
Montaje: Przemyslaw Chruscielewski
Reparto: Bartosz Bielenia, Eliza Rycembel,
Calificación: 7/10

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