La reputación es el bien más preciado que una persona, servicio, producto y empresa puede aquilatar.
Ya sea a nivel individual o corporativo, nuestra valoración social la construimos en el día a día con cada acción y enunciado que decidimos comunicar o no, siempre apostando a la conveniencia de implementar estrategias de control de todas las acciones que destruyan o agredan el prestigio.
Los especialistas en comunicación estratégica y Relaciones Publicas contamos con valiosas herramientas para lograr la contingencia ante un ataque, siendo la más eficiente mantener una política de transparencia en el tiempo que sirva de base al momento de tener que explicar una situacion puntual, sus causas y el compromiso asumido para solucionarla.
Salir airados a desmantelar una posverdad, no solo evidencia la falta de una cultura de comunicación efectiva, sino inexperiencia en manejo delicado de las relaciones con el entorno.
Mirar hacia otro lado, tampoco garantiza que desaparezca la tacha porque no solo se asocia con incapacidad sino con tapadera de un mal mayor.
Estamos en la era de la hiperconectividad donde todo se sabe y guardar silencio puede ser igual de dañino para las entidades, ya que se espera asuman su responsabilidad social de informar.
Independiente sea favorable o no, la opinión pública incide en nuestro desarrollo, por eso es tan importante lograr establecer el diálogo en condiciones equilibradas, como parte de un decisión estratégica de los altos mandos y llevada por un equipo profesional experimentado.
Por Vilma Yolanda Batista