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19 de abril 2024
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OpiniónJOSE ANTONIO MATOS PEÑAJOSE ANTONIO MATOS PEÑA

Cloro para Claro…

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Es el ingrediente que me queda pedir a la autoridad dominicana en cuanto al seguimiento de las reglas de juego entre la compañía telefónica denominada claro, pero que en la mente de cada uno de los dominicanos prevalece el de Codetel y el usuario dominicano. El negocio entre esta compañía, literalmente monopolio en la materia, en razón de su enorme tamaño y clientela, más su longevidad, y nosotros los que accedamos a sus servicios consciente de la deficiencia en acción de quien debiera ser el árbitro de esa lucha de intereses constantes, el famoso INDOTEL.

Nuestros comentarios van encaminados a dar a la opinión pública nacional y a las autoridades gubernamentales un ejemplo personalizado de un clamor de amplio espectro en la población común y corriente, se trata de acciones y aplicaciones de la compañía en referencia, de situaciones en las que por ejemplo, en el teléfono residencial nuestro, introducido en un contrato que liga un determinado número de minutos, generalmente no usados, pero tampoco reservados a la disposición nuestra, una conexión a la internet, poco saludable, interrumpida por averías frecuentemente, en las que se pierden días de no uso por desperfecto, recepción de reclamos con un plazo que incluye tres días laborables, óigase bien, Laborables, y al final de mes un monto de factura que fluctúa, pero a la subida, sin nosotros tengamos una explicación lógica, ni devolución de servicio perdido.

Si nos vamos al celular y número que llevamos varios años con la empresa, mediante un plan que incluye unos minutos fijos, resulta que con anterioridad a la administración de la compañía, llámese los Carlos Slim, cuando al corte del mes me sobraban minutos por no usarlos, se nos acumulaba, llegando, en mi caso, a acumular hasta seis mil pesos en cuenta, los cuales íbamos usando a discreción, hoy!, Qué Va! -los minutos que llegan específicamente los días 16, son tragados por la empresa sin contemplación ni explicación.

La tercera carga o convenio que pagamos a cabalidad, imagínense ustedes que no lo paguemos, es un teléfono que usamos para las redes sociales y demás usos de la internet en mòvil, con un contrato prepagado, es peor, una internet, deficiente y poco efectiva, más una serie de trampitas o trucos que llevan al teléfono a aparecer con opciones que no se han pedido, las cuales te consumen la internet aceleradamente (la recarga), convirtiéndose el equipo en una especie de máquina trituradora de bolsillos, es decir Dinero, con esto, no solamente nosotros echamos el grito al cielo, sino que entre los ciudadanos que contactamos, el grito llega al cielo.

El estado dominicano deberá en algún momento, y debe ser ya, interferir en la claridad de claro con la clientela, porque además de todo lo expuesto, investiguen señores y señoras del gobierno dominicano, como corren los minutos en las llamadas que los ciudadanos compran como recarga, se esfuman como ciguas Madam Zagà en arrozales, solo nos queda decir, YY.. AHORA, ¿quién podrá defendernos’.

Otra agravante de la relación entre el público y esta compañía, lo decimos a título de nota adicional es, luego de usted firmar un contrato con dicha empresa, los míos han sido de 18 meses, si mal no recordamos, vaya a retirarse antes del plazo!, te exigen pagar el completivo del contrato, aun sea pocos días después… eso no lo aguanta ni el Diablooo!

 

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