Las batallas electorales son una expresión manifiesta de la estrategia, la suerte, la traición y el engranaje partidario.
Por lo común quienes ganan, rara vez estudian porqué ganaron, de ahí que nunca comprenden porqué terminan perdiendo.
Me gustaría citar cinco cosas que hacen los exponentes políticos para estructurar su propia DERROTA:
PRIMERO: Faltan a su palabra con los cuadros políticos. Los carpinteros electorales son los que buscan, identifican, transportan y defienden el voto. Sin ellos es imposible ganar unas elecciones. Muchos pactan y hacen acuerdos, que más adelante adulteran o no cumplen. Luego para los venideros procesos se les forma una caterva de contrincantes inmensa, fruto de su falta de palabra.
SEGUNDO: Premian a los que menos trabajaron y olvidan a los que sí lo hicieron. Las DERROTAS son huérfanas, nadie se las quiere atribuir, pero las victorias son todas bien apadrinadas, o sea todos dicen ganó por mí. En ese trajín las amantes (chapeadoras), amigos, familiares y cercanos de los vencedores cobran el trabajo de los carpinteros electorales que ven como pasa la caravana de la victoria que ellos mismos crearon. Luego para venideros procesos los que fueron beneficiarios del trabajo de otros no saben siquiera por donde empezar.
TERCERO: Pierden la noción de la realidad. El poder transforma la gente. He visto como gente de cualidades humildes incuestionables, se convierten en altaneros insoportables. Al final terminan sólo con un pequeño círculo de limpia sacos, que no son leales a nadie solo al poder.
CUARTO: se dejan seducir por la lisonja de los medios. Mientras se esté pagando publicidad los medios serán complacientes y presentarán una realidad inexistente, que se hace evidente solo el día de las elecciones.
QUINTO: se alejan de su propio partido ( y sus cuadros) pata abrazar como nuevos aliados a los enemigos de siempre.
Por Daygorod Fabián Sánchez