A partir de los años 50 la población se ha estado concentrando cada vez más en las ciudades, las razones son diversas, entre las que se pueden identificar están: el establecimiento de grandes centros industriales y comerciales que demandan de manos de obras y competitividad laboral, la facilidad para ofrecer servicios en los centros urbanos y la falta de una política de desarrollo rural lo que estimuló el cada vez más creciente desarrollo de las ciudades.
Lo expresado antes ha provocado que en el caso de la República Dominicana más del 70% de la población se concentre en las ciudades y con esto un gran crecimiento de la mancha urbana en ciudades como Santo Domingo y Santiago lo que ha impactado en materia económica, política, social y ambiental. En la parte ambiental en los últimos años es preocupante el aumento de la temperatura, con un gran impacto en la calidad de vida, pues, los veranos se hacen infernales y esto deteriora cada día más la salud de los ciudadanos, muchos más complejo si se analiza la crisis global de cambio climático o calentamiento global.
En ese contexto, hay que replantear el concepto de desarrollo, pues en la actualidad la concepción económica favorece la acumulación de recursos económicos sin importar el origen y el impacto ambiental, lo que estimula un desequilibrio de la naturaleza. Así mismo, existe una competencia empresarial, personal y de grupos económicos que su vida se centra en la acumulación de riquezas materiales sin importar el costo social, político y ambiental; a esto debemos el diseño de las ciudades actuales, donde la concentración de riquezas se expresa en la distinción social de clases, la desigualdad y la falta de planificación, esto último viene provocando el crecimiento de infraestructuras con costos ambientales alarmantes que compromete el presente y el futuro de un planeta agonizante.
La mayor expresión de la insostenibilidad de ese desarrollo es el aumento de las temperaturas globales, lo que está provocando dificultades para la supervivencia humana y a medidas que pasen los años, sino se cambian las prácticas desarrollistas la situación será peor, por eso desde hace varios años sostengo la idea de que el concepto de ciudad que nos ha tocado vivir son Cementerio de Gente Viva.
Los males se profundizan en los grandes centros urbanos y estos están provocando problemas creciente de salud, crisis permanente para acceder al agua potable, déficit en la producción de alimento, aumento de la contaminación y el cada vez más preocupante aumento de la temperatura y el cambio de clima.
En Santiago de los Caballeros
En el caso de Santiago el desarrollo urbanístico agresivo de los últimos años, tanto del sector privado como del público, evidencia una enemistad con el concepto de sostenibilidad; los árboles, vitales para la calidad de vida, sin dudas los organismos vivos más importante para el equilibrio planetario, en la ciudad corazón la eliminación de pulmones urbanos y rivera completa de árboles ha estimulado que la ciudad transite de temperaturas agradables durante todo el año a temperaturas que en época de verano oscilan entre los 32 y 38 grados Celsius, tornándose sofocante y preocupante para una ciudad mediterránea ubicada entre las dos principales montañas de la nación, la septentrional al norte y la central al sur.
Responsablemente y preocupado por el futuro del país y de esta ciudad que vive un boom económico (Santiago de los Caballeros), a través de la Fundación Ecológica Tropical (FUNDETROP) hemos denunciado la destrucción criminal de grandes bosques urbanos, cuerpos de agua y áreas verdes para dar paso a proyectos habitacionales, industriales y comerciales que desde ya comprometen el equilibrio de la ciudad corazón.
Si no se cambia la actual visión de desarrollo y se enfoca la importancia que tienen los procesos urbanos de arborización y el fomento de pequeños y medianos bosques en las ciudades, indudablemente, estamos asistiendo al nacimiento de Cementerio de Gente Viva, donde se cambian los pulmones del planeta, seres vivos indispensable para la sostenibilidad, los árboles, por materia inerte que, si bien son importante para el desarrollo económico, su impacto nos encamina al entierro de nuestro planeta.
Finalmente, para combatir este mal invito a todos los ciudadanos del planeta a llenar cada espacio vacío de bosques o áreas verdes urbanas para regular las temperaturas, equilibrar la mancha urbana y evitar que las ciudades se conviertan en Cementerio de Gente Viva.
Por Nelson Reyes Estrella