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19 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Casi medio siglo de neoliberalismo demanda un cambio sistémico

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Desde que el modelo neoliberal se impuso en las mayorías de las economías de los países capitalistas, a principios de los años 80, con la negociación de la deuda externa de muchos gobiernos que fue fruto de las alzas de los precios del petróleo provocada por los Países Árabes desde los 70,  casi el mundo entero  ha vivido lo puede ser llamado  un Estado de malestar.   Ese Estado de malestar que hemos respirado por décadas se puso la diadema para coronarse rey cuando el socialismo burocrático cayó en picada en los países del Este Europeo.

Las aperturas al capital privado en estos países era el deseado momento de los aspirantes a convertirse burgueses, mientras el malestar de las políticas neoliberales se sentía en amplios sectores de la población en países latinoamericanos, como la República Dominicana, mientras Cuba que se resistía y se resiste a renegar del socialismo (aun con las fallas), sufría más fuertemente el bloqueo criminal de Estados Unidos al dejar de contar con la URSS.

Hoy en países como la República Dominicana, El Salvador, Honduras, Guatemala, entre otros, tenemos un incremento de los jóvenes integrados a pandillas criminales, el consumo y tráfico de drogas, incremento en el consumo de alcohol, el sicariato o crimen organizado y  la violencia de género e intrafamiliar.

Como comenzó el malestar? Al provocar los Países Árabes el aumento exagerado de los precios del petróleo a partir de 1973, dejando de sacar de los pozos más del 50 % del mineral, obtuvieron ganancias extraordinarias que se expresaban en un superávit de diferencia entre sus exportaciones del mismo y sus importaciones  de poco más de US$170,000,000,000, en aproximadamente un lustro.

Esto representaba grandes ganancias para ese grupo de países, si se tiene en cuenta que el dólar norteamericano tenía un poder adquisitivo muy grande en esos años. Ahora bien, los Estados de los Países Árabes, ya que muchos pozos son de propiedad estatal, y empresarios árabes privados depositaron parte de ese dinero en bancos europeos y norteamericanos, como ahorrantes. Esto último provocó un aumento muy grande del capital pasivo, con la masa monetaria disponible de los ahorrantes.

Los bancos querían hacer negocios con ese dinero, para ganar. Paralelo a eso la industria de los países desarrollados entra en crisis de sobreproducción por falta de mercados para sus productos; los países subdesarrollados no pueden pagar la deuda calculada en 190,000 millones. Quien podría salvar a los bancos y  a las industrias del mundo desarrollado? El chapulín colorado seria el FIM que pondría reglas en el negocio de la deuda. El libre mercado triunfó tras las negociaciones con el FMI en el primer lustro de los 80.

Todo esto provocó un aumento generalizado a nivel mundial de la pobreza, pero sobre todo en los países subdesarrollados, tanto de la pobreza relativa como de la pobreza absoluta. Cada vez más viven más seres humanos con carencias o deficiencias en el acceso a las servicios básicos y en estado de inanición o indigencia; la privatización casi total  de los servicios de salud ha provocado inflación en el precio de los mismos, por la rapacidad de los dueños de hospitales y centros médicos privados y de las industrias farmacéuticas, mientras la mayoría de los médicos que prestan servicios reciben sueldos o estipendios de miseria, ofreciendo servicios   casi prohibido de recibirlos para los proletarios o asalariados, los chiriperos, para algunos de los pequeños propietarios rurales y urbanos y   sectores de las capas medias, con los precios o tarifas de los mismos.

A todo este ambiente de privatización de la medicina que implica no tratar la enfermedad, ya que no se puede contar con servicios de salud eficientes para todos los ciudadanos, hay que agregar la aparición de nuevas enfermedades que otrora no se conocían provocadas por el daño ecológico en los ecosistemas.

Estas enfermedades son en su mayoría principalmente las llamadas zoonosis, provocadas por vectores de las faunas silvestres y  domesticas al entrar en contacto directo o indirecto tanto los animales de unas como las de otras como con los seres humanos, trasmitiendo virus, bacterias y parásitos; esto viene dado aparentemente por los daños ecológicos en los ecosistemas, al ser afectados o alterados  los ecosistemas de la fauna salvaje y en menor medida de la fauna doméstica.

Si seguimos oyendo hablar de las APP, léase alianzas públicos-privadas, no vamos a tener lo que las necesidades humanas demandan: Un Estado de Bienestar, una sociedad menos desigual y más igualitaria. No podemos seguir con el derrotero que llevamos desde hace muchos años y nada más hablar de sancionar la corrupción en la administración pública, además hay que sancionar la mafia de los empresarios evasores de impuestos y también hay que elaborar y promulgar un nuevo código de trabajo que incluya la libertad sindical y el aumento del salario de acuerdo con la inflación, pero además recortes de las ganancias al empresariado, estatización de la banca privada, desaparición de las ARS y AFP privadas y de  los paraísos fiscales.

Igualmente, el código de trabajo debe establecer salario igual por el mismo trabajo para todos los trabajadores, hombres y mujeres, dominicanos y extranjeros, porque solo así podemos hablar de una justicia social. Tenemos que propiciar una red de hospitales públicos con asistencia gratuita para todos los ciudadanos y todas las ciudadanas, pero además que se incentive la medicina preventiva.

Debemos exigir del Estado que se respeten los ecosistemas de los animales salvajes (solenodonte, la cotorra, etc.), controles sanitarios rígidos en la avicultura y las ganaderías porcinas, bovinas y equinas. Reducir a su mínima expresión el uso agroquímicos  en la producción de alimentos.

Hoy aparece en la prensa que Presidente de la Republica está juramentando cooperativas, 393 nuevas cooperativas, pero eso no contribuye a frenar el malestar si por otro lado se habla de las App, las cuales se orientan a servir al gran capital y a despojar al Estado de propiedades. Así no vale, esto es, así no vamos a acabar con el Estado de malestar en que vivimos y debemos demandar un Estado de bienestar.

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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