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24 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Cambio o muerte

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Sin una política de pleno empleo, se estanca el desarrollo nacional. También se castra el porvenir de los jóvenes cuando no hay una creación del primer trabajo. La escuela se queda como una senda sin final, cuando no hay capacidad de dar empleo a los nuevos profesionales o técnicos.

Por diversas razones, la política de crear facilidades para emplear el músculo o el intelecto están cerradas. En el gobierno se trabaja por solidaridad política, por amiguismo, por pertenecer a grupos determinados, mientras que es a cuenta gotas que el sector privado facilita nuevas plazas de trabajo.

Hay una corriente que va caminando y es considerar vieja a la mujer cuando llega a los 35 años. En pocos sitios se le da empleo. En algunas cadenas de supermercados prefieren a esa mujer de edad media porque no pare, y no está ausente por asuntos de maternidad.

Si esa mujer no pudo entrar a los medios de producción a temprana edad, cuando esté en los 35 o más se le hará imposible obtener un primer empleo. El empresario dominicano debe hacer un mejor reparto de sus riquezas, ayudar a crear más empleos, a tomar medidas reales hacia el desarrollo.

Con la introducción de nuevas tecnologías, también crece el desempleo, el autoservicio de los grandes supermercados hace que únicamente trabajen las cajeras, el personal de limpieza y los que colocan mercancías en las góndolas. Una modernidad que ahoga en un país subdesarrollado.

Desde hace años el gobierno dejó de ser un creador de nuevos empleos. Por el contrario, es una institución que tiene las plazas congeladas, y las abre solo para sus seguidores. Ya es historia la industria azucarera, donde se le daba colocación a miles de personas en todo el territorio nacional.

No me gusta el paternalismo ni la demagogia. A la juventud no se le debe regalar nada, se le tienen que dar oportunidad y facilidades. Pero los caminos están cerrados. El estudiante no encuentra al final de su camino para dónde coger.

Puede darse facilidades masivas para que los bachilleres puedan poner un negocio, pero tampoco hay factibilidad porque no son agentes de crédito y en ocasiones hacen proyecciones en el aire, que no pasan el cedazo de las posibilidades del micro-empresario.

En el país nos estamos ahogando, y la única salida es tener a mano cambios sociales, políticos, económicos y de la forma diaria de vida. Si no cambiamos nos hundimos. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

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