Santo Domingo 23 / 31 Soleado
ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
24 de abril 2024
logo
OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Cambio climático: Un producto del capitalismo salvaje

COMPARTIR:

Hace unos años, cerca de dos décadas atrás, Eduardo Galeano escribió su libro: Patas Arribas-La Escuela del Mundo al Revés. Excelente tratado de filosofía social que no tiene desperdicios, el cual constituye, a grandes rasgos, una radiografía de la sociedad contemporánea de las últimas cuatro décadas. Los que conocimos por razones de edad lo que era una  sociedad como la dominicana antes la década de los ochenta, y sabemos de los cambios que comenzó a experimentar, a partir de los primeros años de esa década, el resultado es lo que es ella actualmente, como muchas otras sociedades capitalistas y subdesarrolladas, si sabemos que el mundo está al revés de lo que fue.

Antes de la década de los 80 y desde el final de la Segunda Guerra Mundial, no solo no había ese capitalismo salvaje en las sociedades capitalistas como la dominicana -ya que la economía estaba regulada por el Estado- si no que el mundo se dividía en dos bloques de países: países capitalistas y países socialistas. Además, se daba la llamada Guerra Fría entre esos dos bloques de países, campañas de informaciones y desinformaciones en la prensa de los dos bloques y acciones (como asesinatos políticos) que a veces podía hacer pensar que se vivía en una guerra de baja intensidad.

 

Podríamos decir que en las sociedades capitalistas de los años anteriores a  la década de 1980 y posteriores a la Segunda Guerra Mundial había menos desigualdad que hoy con el neoliberalismo, porque había regulaciones estatales en la economía y la burguesía explotadora en países capitalistas como el nuestro sentía que no podía hacer otra cosa, no es que no hubiesen grandes injusticias y desigualdades.

De no haber ocurrido esto último, aquí no hubiésemos tenido un Mauricio Báez, un Amín Abel, Otto Morales, El Moreno, un Viejo Paula y una Mama Tingo, en Cuba un Fidel Castro, en Perú un Hugo Blanco, en Bolivia un Juan Lechín, un Ho Chi Min en Vietnam, en la India un Gandhi, en Libia un Kadhafi, etc. Ahora bien, cuando  vivíamos con regulaciones impuestas por el Estado, sin el libre mercado, había menos injusticias y las desigualdades no eran tan grandes como las que tenemos con el capitalismo salvaje impuesto por el modelo neoliberal.

 

En todos los países, salvo algunas excepciones, había restricciones a las importaciones, a la inversión extranjera y había controles en los precios de los productos en el mercado interno por parte del Estado, es decir, había regulaciones estatales en la economía. Incluso, en muchos países el Estado tenía el control del cambio de las divisas (cambio de las monedas extranjeras por la moneda local para transacciones). En otras palabras, la existencia del libre mercado era casi prácticamente nula en todo el mundo. Bajo dictaduras militares se practicaría en Brasil, Chile y Argentina, antes de los ochenta.

 

Ya sabemos que fue el alza de los precios del petróleo lo que provocó la crisis de la deuda externa de los países subdesarrollados, lo cual trajo como consecuencia la negociación de la misma con el FMI y la imposición con esta del modelo neoliberal, con las medidas exigidas por este organismo financiero internacional.

 

El capitalismo salvaje que trajo la imposición del neoliberalismo implica el desorden, lo cual ha generado una reproducción a escala ampliada de la pobreza, tanto de la pobreza relativa como de la pobreza absoluta, aunque se maquillan las cifras por partes de los gobiernos para hacer creer otra cosa. Los más pobres, los asalariados y los chiriperos, tienen menos accesos a los servicios de salud. La contaminación que ese capitalismo salvaje ha traído aparejado con él, por el  turismo de masas, la polución industrial  y el hacinamiento en el trasporte, provoca que asalariados y pobres sean los más afectados.

Aunque el promedio general de vida ha aumentado bajo influencia de los progresos científicos de la medicina, es decir, la media aritmética general de vida ha aumentado a escala mundial, pero si calculara la de los pobres separada de las de los ricos, es decir, la de la burguesía y la pequeña burguesía separada de la del proletariado y los demás  desharrapados, la duración de la vida para estos últimos debe estar un muy por debajo del promedio mundial, porque con el consumo de caloría insuficiente o la mal nutrición, el poco acceso a la medicina y son los más afectados por la contaminación.

 

En medio de la pandemia hay quienes, incluyendo académicos, plantean hasta en tesis doctorales un reclamo de libertad, pero piensan al igual que como actúan algunas autoridades de países asiáticos que libre mercado es la panacea, aunque cuestionan a China y la estigmatizan de comunista y socialista, pero lo que es cuestionable, por su rol desempeñado en la sociedad, son aquellos quienes sostienen el modelo de libre mercado y el modelo en sí. Esto es así porque es evidente de que vivimos una crisis ecológica y una crisis sanitaria mundial, cuya solución está por encima de la solución de la crisis económica que han generado, pero fue el modelo económico el que provocó todo esto. Esto en el punto a donde hemos llegado por el modelo económico que nos impuso el Fondo Monetario Internacional.

 

Las verdad es que la economía debe ser regulada por el Estado, como lo estaba antes, el capital financiero privado y las AFP y ARS privadas también deben desaparecer y debe haber controles en los precios. El turismo tiene que ser menos masivo, hay que reducir la circulación de vehículos u optar por el uso masivo del automóvil y autobús eléctricos; las flora y fauna domesticas  deben controladas en el manejo y uso y la flora y fauna salvajes vedadas por el Estado; la producción industrial debe estar regulada para reducir la polución. Hay que cuidar al planeta destruyendo el neoliberalismo para cuidar la vida.

 

Por Francisco Rafael Guzmán F.

Comenta

[wordads]