Hay naciones ricas y otras que no. Unas tienen grandes riquezas naturales, oro, petróleo y minerales diversos. Las que tienen todo eso no necesariamente son las más ricas.
Y en la misma línea de pensamiento, hay países ricos en recursos ofrecidos por la naturaleza, pero socialmente pobres. En esos casos, por lo regular su clase gobernante sobreabunda en riqueza y vive con el contraste de la pobreza de la mayoría de su población.
Es decir, escasean en medio de la abundancia.
Es claro que lo que diferencia a una nación de otra es lo que sembramos en la cabeza y en el corazón de su gente. El capital humano capaz de transformar y de bien usar las cosas que toca.
Nuestro déficit está en la cabeza y el corazón.