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19 de abril 2024
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OpiniónCarlos Martínez MárquezCarlos Martínez Márquez

Botar el golpe en tiempos turbulentos

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‘’La vida es un naufragio, pero no hay que olvidar cantar en los botes salvavidas’’. Voltaire

Hoy, desperté con mayor lucidez que nunca, y me he dado cuenta lo inmenso que es el Sol, que hasta en los momentos más oscuros, nunca deja de brillar y sonreírnos. Despierto y me asomo a la ventana, enciendo la música que empieza con un jazz progresivo  con la calidad que define la guitarra  de Pat Metheny tras escuchar a mí otro favorito, Jean Luc Ponty, con su violín encendido y esa mezcla franco-africana (Tchokola) una de sus últimas exquisitas producciones, me hace de repente combinar el coqueteo de la brisa con el perfume de la flor que ambienta mi alcoba. ¡No tiene desperdicio!

Quisiera escribirle a lo imposible, a la necesidad de entonar un himno alegórico a la compresión, a la sensatez, a lo irresistible, a lo trivial  y a lo vital que emerge de la tierra, un poema que destaque y encierre lo maravilloso que es cohabitar en un mundo de fe, de esperanza e igualdad sin apelar a los más bajos instintos en donde la miseria humana aflora sin contemplación. Estamos en un ciclo de nuestras vidas muy complicado y frágil en la que no debe haber espacio para el pesimismo, de que toda transición hacia lo novedoso  es mero sacrificio y doloroso. Somos (‘’indudablemente’’) seres excelsos con vocación inmensa para hacer ajustes que requieren de nuestra capacidad de entendimiento en todo lo que atañe a la convivencia.

En medio de tanta saturación mediática de todo en cuanto acontece a los problemas del coronavirus que –exponencialmente- nos pone al desnudo de lo cuan vulnerable somos y la situación local con relación al tema electoral que promete ser una contienda compleja e interesante, pero a la vez nos pondrá a pruebas de cuan maduros y democráticos somos de cara a los resultados, que decretaran, quienes serán las nuevas autoridades que dirigirán los destinos de la nación. La sociedad mundial se manifiesta de diferentes maneras: las protestas y los reclamos obedecen a los procesos de desarrollo que se dan de manera indiscriminada por doquier.

La isla Quisqueyana esta agitada, el pueblo a gritos reclama mejores propuestas por parte del liderazgo político, se ha empezado a despertar  el montículo silente de adoquines oníricos, revestidos de paciencia petrificada, por una opresión innecesaria en el  intento de aniquilamiento a la clase que sustenta la cadena productiva y enriquecimiento del establishment. La sociedad está dividida y al parecer requerirá de tiempo y espacio para unificarla. Estos tiempos son complicados, el país esta encrespado y se hace urgente llamar a la calma. El coronavirus nos ha llegado de contrabando con amenazas que virtualmente nos ponen ‘’patas arriba’’ y en pánico. Estamos compelidos a enfrentarlo con la paciencia requerida, en medio de unas elecciones que nos dará la oportunidad de recomponer el estado de cosa, cuyo objetivo es conjurar la inconformidad y los desaciertos  de la clase política.

Las elecciones y el coronavirus son dos temas importantes que priorizan la agenda tanto en la salud como en la democracia. La salud democrática de algún modo está sincronizada a los males  que flagelan la institucionalidad, y ambas tienen solución en tiempo y espacio; esperemos cual será el desenlace.

Por: Carlos Martínez Márquez

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