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23 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Bosch y la posverdad

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(Dulce et decorum pro patria Morire)

La palabra posverdad (pos-verdad), que es considerada femenina y es un neologismo que viene del inglés post-truth, ha pasado a significar en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, a partir de diciembre del 2017, lo siguiente: Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública en actitudes sociales.

Los demagogos son los maestros de la posverdad (http://dle.rae.es/srv/search?m=307w=posverdad). El término se viene a usar en tiempos muy recientes, después de que se pusiera muy de moda el concepto de posmodernidad, por parte de los posestructuralistas franceses, como M. Foucault, Jacques Derrida, Jean Francoise Lyotard y Braudillard, entre otros.

Uno de los personajes más allegados al líder del nacionalsocialismo alemán, Adolfo Hitler, llegó a decir que una mentira repetida muchas veces es aceptada como verdad; luego del triunfo de la revolución Sandinista en Nicaragua, los dirigentes del FSLN llegaron a decir lo mismo cuando enfrentaban al traidor Edén Pastora y a los Contras, poco después del derrocamiento de Somoza.

 

El título de este artículo se justifica porque Bosch es una figura histórica de una gran estatura moral. Sin embargo, habiendo sido difamado y hasta víctima de grandes infamias en su contra en el pasado, pese a lo anterior -pese a su estatura moral que es la de un coloso- siguen apareciendo como aquel contra quien se lanza los dardos, ahora después de muerto.

En un pasado distante ya, fue una mujer que tuvo notoriedad en el PRD y luego en otro partido que se formó de disidentes de del primero, la que se dedicó a lanzar diatribas contra Juan Bosch, que con un sano propósito no debió haber sido.

 

Precisamente ahora, en un suplemento sabatino del periódico El Caribe, se viene publicando en varias tiradas un artículo de una comunicadora de apellido Despradel, de quien no puedo hacer juicios, pues apenas sé que es una persona notable. Sin embargo, le he dado seguimiento a sus análisis de una supuesta “injusta acusación” de un “supuesto espía” de la casa del profesor Juan Bosch; lo de que tal personaje usara o no una ropa o indumentaria inadecuada para la labor de espionaje no descarta su posible papel de espía, como tampoco el desmentido por parte de personas o los artificios de un jurista.

¿Porque no se dijeron muchas cosas a favor o en contra de Bosch como estas, cuando él estaba vivo? Debió estando vivo ser interpelado y no ahora hacer escritos, sobre ese particular. ¿Estas cosas tan comprometedoras tanto para el que la dice como para aquel de quien se dicen las cosas, porque decirla ahora estando Bosch muerto? Otros en el pasado lanzaron diatribas contra el profesor Bosch acusándolo de cobarde y de tener pacto con Balaguer, algo que a este le encantaba que lo dijeran de Bosch.

 

Los libros que se han escritos sobre la frustrada invasión de Cayo Confites dan cuenta de que Bosch era un hombre de una gran estatura moral, de que Bosch no era un cobarde. Un político para ser un gran político y ser conspirador tiene que valorar los riesgos, las consecuencias hay que tenerlas presente. Una revolución de verdad es aquella que se hace exitosa con el menor costo de sangre. Uno de los mejores ejemplos de eso lo fue en sus inicios la Revolución Bolchevique, al igual que la Revolución Cubana.

En el 1965 a Bosch le tocó ser un conspirador desde su exilio, como presidente derrocado y líder del partido del gobierno derrocado, no podía entrar al país tan fácilmente como algunos quieren hacer creer; en el 1966 no le permitieron hacer campaña, pero no la hizo no porque fuera un cobarde, Balaguer estaba apoyado por las tropas de ocupación.

Curiosamente, Balaguer asesorado desde fuera quiso hacerse potable a los constitucionalistas y lo logró, ya que estos fueron partidarios de que este (Balaguer) entrara al país, ya que supuestamente su madre estaba enferma y venía a visitarla.

Una vez en el poder Balaguer inicia la deseada cacería y persecución de los constitucionalistas, algo anhelado por quienes intervinieron el país. Son muchos los escritos y los escenarios donde se han lanzados discursos contra la imagen del profesor Juan Bosch, como por ejemplo: un acto que hizo un senador de la República para elogiar el rol protagónico de un fallecido funcionario judicial y diplomático, hace aproximadamente unos cinco años. Allí se dijo que ningún poder extranjero, contrario a lo predicho por Bosch, intervino en el magnicidio de Trujillo, que los héroes del 30 no necesitaron de la ayuda de poder extranjero alguno.

La realidad no es esa, porque si lo Estados Unidos no hubiesen estado estimulando a los conspiradores estos no hubiesen actuado como actuaron. Del dicho al hecho hay un gran trecho. El apoyo moral y material de ese poder extranjero fue necesario para decapitar a Trujillo, porque en el país no había un apoyo tan fuerte en los sectores populares y la vigilancia de los cuerpos de seguridad era muy fuerte.

Es por el apoyo de ese poder extranjero que varios de los complotados, entre los que participaron directamente en el magnicidio del 30 de mayo y los que participaron indirectamente, lograron conspirar manteniéndose en el anonimato y no ser perseguidos y dos de los participantes lograron sobrevivir. Torcer los hechos con la opinión eso es posverdad, pero la opinión no es necesariamente verdad. Aristóteles situaba a la opinión entre la verdad y la mentira, entre la ciencia y la no ciencia.

Militantes de grupos de izquierda como el Movimiento Popular Dominicano, el PACOREDO, han dicho que Juan Bosch era un agente del imperialismo, curiosamente coincidiendo con Balaguer en algo que este insinuaba. El Moreno o cualquier dirigente serio del MPD nunca habrían afirmado eso de Bosch.

A esos militantes del MPD se les olvidaba de la alianza que su partido hizo en algún momento con Wessin y  el PQD, para enfrentar al gobierno de Balaguer. Esto así a pesar de que Wessin fue el ejecutor del golpe de Estado a Bosch y de lo que hizo en el 1965 contra los constitucionalistas.

La realidad es que, una vez electo Bosch y luego derrocado por reaccionarios criollos con la simpatía de los sectores de la política norteamericana opuestos a Kennedy, los sectores de poder en la política norteamericana -luego del magnicidio de Dallas-  no quieren que Juan Bosch vuelva ser jefe de Estado en el país, incluyendo a los políticos del Partido Demócrata de Estados Unidos. Entre finales de 1972 y principios de 1973 esto era de conocimiento de Peña Gómez y otros dirigentes del PRD.

¿Por qué no quieren a Bosch? Los demócratas de hoy día como actores políticos no tienen  los matices de Kennedy, ninguno de los demócratas que le sucedieron han asumido roles con tanta audacia como este. Bosch no fue dócil en la política, los políticos norteamericanos posteriores a Kennedy vieron a Bosch como un líder que no es manejable, que no responde a sus intereses hegemónicos. Bosch fue opuesto a las empresas trasnacionales y defendía la soberanía nacional.

Ese fue un  legado que Bosch quiso trasmitir a sus seguidores, al fundar el Partido de la Liberación Dominicana, pero no logró; cuando renunció del Partido Revolucionario Dominicano, que también había fundado (aunque en su exilio en Cuba) junto a otros exilados, lo hizo porque se dio cuenta de que había intereses de clases y fracciones de clases en dirigentes del PRD y un estado de conciencia social en algunos líderes de ese partido que colidían con la conciencia social de él.

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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