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19 de abril 2024
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OpiniónRamón SabaRamón Saba

Avelino Stanley

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Nació en La Romana, el 10 de noviembre de 1959.

Narrador y ensayista. Una parte de su niñez la vivió en el Ingenio Consuelo, de San Pedro de Macorís, donde fue educado por las Hermanas de la Inmaculada Concepción y luego volvió a su tierra natal. En la Universidad Autónoma de Santo Domingo obtuvo una licenciatura en Economía. Posee un postgrado en Historia afroiberoamericana en la Universidad Católica Santo Domingo, en coordinación con la Universidad Alcalá de Henares, y una Maestría en Lingüística.

Es Vicesecretario de Cultura del Partido de la Liberación Dominicana y fue Viceministro de Cultura del país durante el gobierno del presidente Leonel Fernández. Es de los pocos escritores dominicanos que ha narrado el drama de inmigrantes de las islas inglesas (cocolos), de donde proviene su ascendencia. Es un prolífero escritor, quien ha cultivado varios géneros literarios, y algunas de sus obras han sido traducidas a otros idiomas. Es Director Ejecutivo del Premio Internacional del Museo Memorial de la Resistencia Dominicana, Miguel Cocco Guerrero. Actualmente forma parte de un quinteto de escritores dominicanos denominado El Grupo de los 5, integrado Rafael Peralta Romero, Rafael García Romero, Emilia Pereyra, Luis R. Santos y por él.

 

En su amplio haber bibliográfico de Avelino Stanley, podemos encontrar títulos, tanto de novelas como de cuentos, ensayos, historia y literatura infantil; entre los que podemos mencionar “Catedral de la libido”; “Por qué no he de llorar”; “Al fin del mundo me iré”; “Al fin del mundo me iré”; “Los disparos”; “La máscara del tiempo”; “Los tres reyes magos”; “Equis”; “Los disparos”; “Personajes de nuestra historia”; “Tiempo muerto”; “La piel acosada”; “La novela dominicana 1980-2009, perfil de su desarrollo”; “La novela dominicana contemporánea”; “Danza de las llamaradas”; “Valores en Juan Pablo Duarte”; “Ruptura del límite”; “El clamor de la chimenea”; ,”Puente de palabra”; “Antología personal”; “La ciguapa encantada por la luna”; “Chichiguas que me llevan a las nubes” y “Dulce esperanza de la patria (las tres últimas son obras infantiles) entre otros. Es coautor de las obras “De espantos y espasmos” y “Señales de voces”.

 

Entre los muchos reconocimientos y premios recibidos por Avelino Stanley, son dignos de mencionar algunos como Haber sido Premio Nacional de Novela 1997 en la República Dominicana, por su obra “Tiempo muerto”; En el año 2001 la Asociación Mundial de Educación Especial le otorgó el Premio Internacional Sin Fronteras a su novela “Equis” en Madrid, España y Con el cuento “Piel acosada” obtuvo el Premio Ciudad de Viareggio, organizado por la editorial Il Molo, en Italia, en el año 2005. Fue finalista del Premio El barco de Vapor, de la Editorial SM, con su novela “La ciguapa encantada por la luna”; Mención de Honor al cuento “El monumento”, 2013, en el certamen Miguel Ángel Asturias del PARLACEN, en Guatemala. Con el cuento “El monumento” obtuvo en 2012 Mención de honor en el certamen Miguel Ángel Asturias organizado por el Parlamento Centroamericano. También ha obtenido premios en literatura infantil.

 

Hace poco tiempo, mientras Avelino Stanley dictaba una conferencia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, empezó a sentir algunos cosquilleos en las piernas y a perder fuerza en las extremidades inferiores. El mal que repentinamente atacó a Avelino Stanley se llama Síndrome de Guillain-Barré, que es un trastorno en el que el sistema inmunológico del cuerpo ataca a parte del sistema nervioso periférico. Estuvo 40 días sin movimientos en manos y pies y hasta se esperaba lo peor; pero milagrosamente, gracias a las debidas atenciones médicas recibidas, ha vuelto a la normalidad y ya estamos disfrutando nueva vez de su entusiasta participación en las diferentes actividades del entorno literario nacional.

 

El novelista Luis R. Santos considera oportuno señalar, luego de su padecimiento, que Avelino vive y que es necesario decirle que mucha gente lo quiere; no solo por su trayectoria, por sus obras; sino y sobre todo porque es un buen tipo, que se ha dedicado a construir, a crear. A manifestarse en la solidaridad, en el amor. Aunque tiene que admitir que en principio estaba tristemente entusiasmado con eso de escribir un texto laudatorio en honor del amigo muerto. Pero no estaba en sus planes morirse y se lo agradecemos, y solo queremos que se quede con sus seres queridos cinco, diez, veinte años más. Cualquier cantidad es un regalo.

 

El ensayista y poeta Basilio afirma que Avelino Stanley es un cuentista osado y novelista obstinado, el cual escribe con una pasión militante, devoto y convencido de la necesidad de fortalecer la tradición novelística dominicana; de ahí que sea un fervoroso estudioso de su técnica y un sistemático productor de novelas, género al que se ha consagrado con una vocación febril hasta obtener el Premio Nacional con Tiempo muerto en 1997 y lograr que el prestigioso sello editorial Planeta publicara su novela Al fin del mundo me iré.

 

La escritora Sobieski de León opina que el Avelino se muestra y demuestra, que es un gran contador de historias; que en este texto, ficción y realidad, van de las manos de tal forma, que confluyen en una única materia indisoluble; esto imposibilita al lector saber cuándo se pasa de lo ficticio a lo real documentado, o viceversa; que posee un gran dominio de los personajes y que maneja con trazos precisos, para insertarlos de inmediato en la aventura misma de la historia.

 

Finalmente, el narrador argentino Abel Posse precisa que Avelino Stanley tiene un dominio del lenguaje de plena madurez, de plena madurez de escritor y de escritor importante. Es un escritor de primera línea en el tema histórico.

 

Concluyo esta entrega de TRAYECTORIAS LITERARIAS con un fragmento de un cuento de Avelino Stanley:

 

La carretera

 

“Sus labios llevaban ya demasiado tiempo pegados a mi pecho sin que él comenzara a reaccionar. Dudan mis expectativas. Está muy quieto. Le tiene que pasar algo. Él se apostó sobre mí con más prisa que delicadeza. De inmediato se me revolcó encima dos, tres veces. Luego se quedó tranquilo. Yo: a la espera de que actuara. Él: ni siquiera daba indicios de caricia alguna. Nada. Ya que tiene los labios tan cerca de mis senos, que comience por ahí. La calidez que brotaba de mi cuerpo no había logrado hacerlo emprender ninguna iniciativa. Será uno de los oficios más viejos del mundo, pero sigue siendo un quehacer de diablos. ¡Y cuánto hay que aguantar en esta vida! No son pocos los que vienen, le pasan a una por encima y ya, siguen por ahí con la misma prisa. Esperando a que él hiciera algo me sorprendió otro hecho. Primero fue uno, luego dos, tres… hasta que perdí la cuenta. Comenzó a aglomerarse la gente a nuestro alrededor. Llegaban y de inmediato soltaban bocanadas de asombro. De algunos salían verdaderos golpes de voces rebosados de incredulidad. En otros pude notar reales estallidos de rabia. Y yo, callada, extrañada, escuchándolos.”

POR Ramón Saba

 

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