Sun Tzu, fue un general, estratega militar y filósofo de la antigua China. Fue el autor de “El arte de la guerra”, un influyente tratado sobre estrategia militar, para la gestión de los conflictos y ganar batallas.
El libro no solo es popular entre los teóricos militares, sino que también se ha ganado una gran aceptación entre los líderes políticos a nivel mundial.
En uno de los capítulos del tratado, Tzu, habla sobre el arte del ataque con fuego. Decía que existen cinco clases de ataques mediante el fuego: quemar a las personas, quemar los suministros, quemar el equipo, quemar los almacenes y quemar las armas; o lo que es lo mismo, quemarlo todo.
Tzu, también señala que existen momentos adecuados para encender fuegos, concretamente el tiempo es seco y ventoso, y cuando el fuego está dentro del campamento enemigo, es cuando debes prepararte desde fuera.
En República Dominicana como somos un país tropical, cualquier día amanece seco y la brisa no deja de soplar.
El proceso eleccionario que se avecina será un ataque con fuego. Donde se va a quemar reputación, dignidad, orgullo, trayectoria, moral y todo lo que el fuego encuentre a su paso. Un proceso en el cual no habrá vencidos ni vencedores, ya que quien resulte vencedor no podrá levantar cabeza.
Desde el nivel presidencial hasta el concejal; la campaña política se desarrollará en un campo minado, con abundantes soldados y donde nadie va con balas de salva.
Un campo minado que desde ya se avizora será en las Redes Sociales, donde cada persona con un celular inteligente es un soldado que puede disparar sin medir las consecuencias de sus disparos.
En política para hacerte un favor no se juntan dos, pero para hacerte un daño se juntan cien. Ningún equipo es tan sólido para que no haya filtraciones y nadie es tan limpio que algo no deba ocultar.
Aquel que entienda a Tzu, cuando éste dijo “Las armas son instrumentos de mal augurio, y la guerra es un asunto peligroso. Es indispensable impedir una derrota desastrosa, y por lo tanto, no vale la pena movilizar un ejército por razones insignificantes”, de seguro no se quemará.