Es claro que si queremos construir una sociedad de paz tenemos que desarmar a quienes habitan el territorio nacional. Las armas deben estar reservadas, única y exclusivamente, a las autoridades.
Con frecuencia vemos crímenes absurdos ejecutados por gente que no está en condiciones de portar un arma de fuego, con y sin permiso.
Esas armas terminan dañando a alguien cercano y sin motivos valederos.
El pistolero del sector 21 de Enero en Higüey, Anyelo Joel Santana, de 39 años, quien mató a seis personas e hirió a otras seis, celoso de su expareja Angela María, es una muestra muy evidente.
Este hombre, muerto por la Policía Nacional, había sido denunciado por agresiones de género, pero andaba suelto y armado.