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23 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Antinomia del cuestionamiento en contra de la posición de Cassá

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El Dr. Roberto Cassá Bernaldo de Quirós, maestro de quien escribe este artículo en la asignatura  Historia Social Universal, mientras cursaba la Licenciatura en Sociología en la UASD. El autor pone su cabeza para que se la quiten el día que deje de creer en los valores éticos, la formación intelectual descomunal y la conciencia social de quien fuera su profesor, lamentablemente sólo fue durante un semestre (el segundo de 1978), pero también lo diría de  algunas otras personas que si se juntan se podrían contar con los dedos de una mano. Se trata de seres humanos muy excelsos, entre los que lo incluye. Personas así son una reserva para esta sociedad y especialmente para los desposeídos, porque se lactaron con  nutrientes muy buenos para no dejarse contaminar. Para el rigor del conocimiento científico no podemos sujetarnos a lo que se considera un vicio en las ciencias: la autoridad de validación, al referirnos al maestro Cassá no estamos con ese espíritu; queremos simplemente sujetarnos a los hechos. ¿Acaso no hay un caos con los flujos de migrantes de nuestros hermanos haitianos: nuestros vecinos más cercanos con quienes compartimos una frontera común, siendo dos países diferentes, pero hermanos?

 

En la entrevista de la Zeta-101 Cassá se refirió a la intelectualidad haitiana y su postura respeto a República Dominicana, pero lo que él dice ha sido trasmitido por emisoras y por las redes. Esa postura de personas vinculadas o integrantes de la élite política haitiana, al hacer declaraciones, incentivando el odio a los dominicanos y dando declaraciones de que este territorio es de ellos que, al igual que empresarios dominicanos, son los que se benefician de aquel lado y de este de que se mantenga ese caos. Según colijo Roberto lo que hace es culpar a la élite intelectual y política haitiana de incentivo al odio parte de algunos ciudadanos haitianos.

 

Hace más de 5 años se encontró el autor con otro de los que fueron sus profesores en una caminata dominical, en horas de la mañana, quien le dijo algo a que quien escribe y que este lo va a contar sin revelar el nombre de ese profesor, quien tiene la categoría de meritísimo. Él es folklorista, enemigo del racismo y del colonialismo cultural. Él dijo lo siguiente: “Mira estuve en Haití y me dio mucha pena lo que he podido ver y es que tanto de aquel lado está creciendo el odio a lo dominicano, como de este el odio hacia lo haitiano”.  Él no se estaría inventando eso. Aquí en nuestro país hay ingenieros civiles contratistas que se benefician de explotar mano de obra barata en sus construcciones, al igual que empresarios de plantaciones y granjas, los cuales recurren al estigma contra ellos para poderle pagar menos que a los dominicanos, pero el Estado dominicano es el mayor responsable por no regular el proceso migratorio.

 

Se ha hablado por igual de las parturientas que vienen a dar a luz aquí y le cobran una suerte como de peaje para cruzar la frontera. Eso no puede seguir manteniéndose. Yo creo que el discurso de Cassá es muy coherente y no está en contra de los intereses de ese proletariado haitiano que es mancillado, macerado y esquilmado en la República dominicana. Por el hecho de que quien escribe no viaja, no le gusta hablar de ello, pero esta vez va hacerlo. De las pocas veces que ha salido del país, la primera fue a Haití, con un grupo de profesores de la UASD que hicieron una gira por tierra a Puerto Príncipe: En 1998. Pudieron darse la cuenta del boato y la opulencia, en que viven los miembros de la élite política haitiana, aun estando temporeramente fuera del poder político. Visitamos un ex ministro de educación en su residencia, por iniciativa de un sacerdote que nos recibió y nos dio alojamiento por varias noches. También el sacerdote nos presentó a autoridades universitarias. Notamos que los intelectuales haitianos casi no interactúan con los dominicanos, se limitan a escuchar.

 

El orden es la antípoda del caos. Toda sociedad para existir requiere de algún tipo de orden, aunque incluso deba ser transformada. Los constitucionalistas lucharon por recuperar la constitución de 1963, pero ellos en medio de la guerra imponían orden entre ellos mismos y lo hacían  para ganar prestigio ante el resto de la sociedad. En un país como Cuba tiene que haber orden. La migración no puede ser un desorden. Somos dos países diferentes, pero hermanos, dos pueblos hermanos, con diferencias culturales importantes. Cada uno de los dos países tiene el derecho a la autodeterminación.

Francia quiere tapar el sol con un dedo, porque sabe de la deuda económica que tiene con Haití, porque después de esclavizar a los haitianos le cobró las devastaciones por la guerra antiesclavista, después de haberlos explotados como esclavos, privándolos de toda libertad incluyendo el derecho a vivir. Tampoco Estados Unidos y Canadá pueden pretender imponer el caos.  Parece que la globalización, el neoliberalismo, el capitalismo flexible, la llamada modernidad liquida de Zygmunt  Bauman y la mal llamada sociedad del conocimiento de Peter Drucker nos tienen borrachos o ya pasamos los tragos pero nos que la resaca. ¿Qué es lo que queremos: una entropía social?

 

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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