El que fue el primer asentamiento urbano del Nuevo Mundo, y deambulando por su sempiterna crisis, arriba la ciudad de Santo Domingo a su quingentésimo vigésimo primer aniversario.
Varias hipótesis se manejan sobre el nacimiento de la Primada de América, y a sus 521 años su composición histórica, demográfica y social ha sufrido grandes transformaciones en incontables momentos, dando la sensación en algunos de sus episodios de que son muy pocos sus dolientes.
La ciudad de Santo Domingo exhibe en el siglo XXI las mismas características de todos los conglomerados urbanos latinoamericanos. El capitalismo hipertrofiado caribeño hizo de esta metrópolis un receptáculo de mano de obra proveniente de zonas rurales que al llegar, no pudo ser absorbida por el tímido proceso de industrialización urbana capitaleña.
La falta de políticas rurales luego de la muerte del dictador Trujillo, y la orfandad de un proyecto societal desarrollista, desbordó las áreas urbanas y delineó un amplio polo marginal que se incrementó con el discurrir del tiempo.
Todo el panorama urbano capitaleño sintió agrandarse los males (agua potable, alcantarillado, recogida de basura, electricidad, transporte, contaminación ambiental, contaminación sónica, etc.), fruto del aumento ilimitado del éxodo campo-ciudad.
La anarquía, y el caos se han apoderado de los espacios urbanos capitaleños, y ni las reglas ni el orden son respetados, estableciéndose una especie de “ley de la selva”, en donde cada quien impone su “criterio personal”.
Ser peatón o peatona significa estar a merced de un transporte público aberrante que atropella física o mentalmente a quien por obligación tenga que usarlo. Pero igualmente, el gobierno invierte en obras de infraestructuras que dignificarán a la gente.
La construcción del Teleférico y la continuidad de la segunda línea del Metro demuestran que el gobierno está muy interesado en resolver estos agobiantes problemas.
Ver lugares anegados de basura en plena ciudad da la sensación de decadencia total. Sin embargo, con la presentación por parte del presidente Danilo Medina del proyecto Dominicana Limpia, el problema de la basura y los desechos sólidos en la Capital, tenga una solución de una vez y por todas.
Nuestras bellezas naturales y la amabilidad de dominicanos y dominicanas harían de la ciudad de Santo Domingo un centro de recepción de millones de turistas, pero aún hay que resolver innumerables dificultades que hacen inhóspita esta urbe merecedora de mejor destino.
Que sirva este 521 aniversario de su fundación para que reflexionemos sobre el destino de nuestra Capital, y superemos todos los escollos que se interponen para que Santo Domingo tenga el brillo que otorga ser la primera ciudad de América.