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20 de abril 2024
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OpiniónClemen García DClemen García D

Amor gitano

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El amor…sentimiento contradictorio, adictivo. Desborda pasiones y transforma conductas.

Esperanza es fuente de historias de vida que contar. Recién llegada del último viaje a su patria amada (también mía), trajo consigo un sinnúmero de anécdotas. A las que he tenido acceso hasta ahora son fenomenales. Llenas de emotividad, sinceras, y que en ocasiones me hacen llorar.

En otras, simplemente suspiro.

Pues les comento que, en uno de sus recorridos de turismo interno en España a los que acostumbra hacer tanto allá como aquí en su segunda patria, se topó con una vivencia existencial de esas que le gusta participar.

Amor de dos con sabor a tres.

Un matrimonio. Ella, joven y vivaz, llena de vida, pero extenuada emocionalmente. Emprendedora, con ganas de luchar; hija solidaria, esposa, madre, y ahora viviendo una experiencia tan ardiente como conflictiva: tiene un amante.

Al hablar se sonroja, los colores ruborizan su juvenil expresión, todavía inexperta de los avatares que vienen con el paquete llamado vida. Y no es para menos.

Esta gitana de procedencia andaluza no pasa de 40 años, como mucho. Su esposo es contemporáneo, pero el amante es mayor. Cosa rara, porque entre los gitanos el rango poblacional que domina es el joven. Los adultos mayores constituyen el mínimo, casi en extinción.

El tema de la edad no es algo que deba sorprender. En España es usual ver parejas con marcadas diferencia de edad y subsisten en el tiempo. Cuando deciden unirse no temen, pero cuando no funciona la relación…no dudan en separarse.

Relata Esperanza que la gitana le comentó sentir inmensa felicidad por su actual situación de vida. Esto le recordó su parecido a ella. España y República Dominicana le tienen el corazón “partío”, literalmente.

Abordamos el tema desde la perspectiva de la mujer, propiamente.

Nos centramos en lo delicado del asunto, porque para los gitanos la traición se paga en la tierra. Esa minoría étnica destina en la mujer la responsabilidad del cuidado de la familia, inculcar los valores y creencias de su cultura así como el de las tradiciones.

A pesar del disfrute que ambos tienen de su intimidad, el sexo todavía es tema tabú para ellos. A las mujeres jóvenes se les prepara para ser madres, esposas y cuidadoras del hogar. Y los hombres corren con todas las consecuencias de su género. Su palabra tiene peso, representa el honor de la familia a la que pertenecen.

Ambos saben en lo que están metidos, no piensan renunciar. Viven su día a día. Tienen su muy particular e íntima forma de comunicarse, de saberse el uno para el otro, aunque no juntos.

Sellaron su amor con sangre, una especie de pacto.

Y como forma de él adecuarse a la juventud de su amada practican lo que pudiera sonar a “tontería del día”, enviándose a través de reels cosas graciosas, canciones, cariñitos, bobadas que atontan al más circunspecto de los enamorados.

¡Que viva el amor, señores, con todo y sus riesgos!

Dios con ellos, y con nosotros, los que hoy conocemos esa historia.

Por: Clemencia García Damirón

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