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24 de abril 2024
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OpiniónEbert Gómez GuillermoEbert Gómez Guillermo

Al igual que tú      

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«Los ancianos que quieren preservar el carácter abierto de las gentes del mundo, deberán dedicarse primero a ordenar su vida nacional; aquéllos que quieren ordenar su vida nacional, deberían abocarse a regular su vida familiar. Quienes quieran regular su vida familiar deben comenzar cultivando su vida personal” …

“Los que quieran cultivar su vida personal deberán dedicarse primero a tener correctos sus corazones, y quienes quieran tener correctos sus corazones deben primero hacer sinceras sus intenciones». Confucio 500 A. C (Capítulo inicial de- La Gran Enseñanza-).

“No es un hombre honrado el que concibe un bien y no lo práctica, el que prédica la verdad y transige con la mentira, el que prédica la justicia y no es justo, el que prédica la piedad y es cruel, el que prédica la lealtad y traiciona, el que prédica el patriotismo y lo explota, el que prédica el carácter y es servil, el que prédica la dignidad y se arrastra” (-Hacia Una Moral Sin Dogmas- José Ingenieros sociólogo ítalo/argentino.

Al igual que tú, tengo mis sueños y anhelos, quiero vivir en una sociedad mucho mejor que, en la que vivimos hoy. Deseo, comenzando desde mi familia, contribuir con la construcción de colectivos solidarios, comunidades altruistas, donde se persiga el bien común. Quiero vivir en paz y respeto con los demás.

tú también quieres ver crecer tus hijos, sin la amenaza de perderlos en cualquier momento, deseas vivir dentro de la ley, como es el anhelo de las mayorías. Pagar tus impuestos, positivos o impositivos, pero quieres ver devueltos esos dineros en buenos servicios para todos, sin discriminación.

El prócer Juan pablo Duarte, señala “sed justos los primeros si queréis ser felices” más tarde agrega “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán víctima de sus maquinaciones”

En el inicio de muchas culturas, las mentiras eran y todavía son, en sociedades de la actualidad, razón suficiente para que, quien la diga, reciba un merecido castigo y en el pasado dejara de existir, por algún método convencional, como la horca o la lapidación.

Gobernantes y gobernados, unos más que otros, ejercitemos estas experiencias y enseñanzas, acatemos con conciencia la experiencia histórica de las mismas, y de esta manera, contribuyamos con la construcción, siempre en proceso, de eso que llamamos democracia.  Pongámonos siempre en la piel del prójimo, no hagamos a otros lo que no queremos para sí, pensemos un poquito en los demás, no corramos la roca.

Por  Ebert Gómez Guillermo

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