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25 de abril 2024
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OpiniónRolando RoblesRolando Robles

Al final, ¿qué nos dejará esta tragedia?

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La pregunta puede ser simple, pero no tanto las respuestas. Al comenzar esta quinta semana de confinamiento voluntario y obligatorio, he oído lo que piensa casi todo el mundo sobre lo que nos espera a los mas de 7,500 millones de personas que vivimos en este planeta.

Hay la opinión casi generalizada de que la recuperación económica es el gran reto de la humanidad en los próximos años; y tal vez tengan razón, pero, hay otros que traducen sus temores en la cantidad de muertos que contaremos finalmente, aunque no tengamos claro lo que haremos con los cadáveres.

Sin embargo, yo tengo otras preocupaciones, aun y cuando, no me opongo frontalmente a la lectura que tiene una buena parte de la gente que hace opinión pública en el país; especialmente los economistas, politólogos y un grupo muy significativo -por su número y variedad- y a los que, con mucho respeto, todos llamamos “comunicadores”.

El caso es que, a mí en particular -por ejemplo- no me preocupa tanto el número final de muertes que tendremos; porque creo que, con Dios delante, no será tan grande. De hecho, esta es la epidemia “menos letal” que hemos conocido y aunque nos agarró desprevenidos, confío en la capacidad del liderazgo mundial moderno para enfrentarla y vencerla.

Si damos una miradita a la historia, se podrá advertir que hemos sufrido los embates de decenas de epidemias. Algunas han alcanzado los niveles de pandemias, mientras que otras, se han acunado en algunas regiones y se les considera endémicas de ciertos países.

La contabilidad cruel de la vida y sus realidades nos muestra que mas de 500 millones de seres humanos han caído por la acción conjunta de unos pocos nombres malditos. La Plaga de Justiniano, Peste Negra, VIH, Gripe Española, Pestes Bubónicas, Cocolitztlis, Plaga de Antoine, Peste Persa; son tan sólo parte de esa nefasta lista.

Hay otros apellidos “mas familiares”, por lo repetitivo y reiterativo de sus visitas: Viruelas, Tifus, Tuberculosis, Hambre, Dengue, Chicungunya, NH15, Polio, Fiebre Aviar y sabrá Dios cuántos nos faltan, han estado presente de manera periódica, acompañando nuestros hijos en su crecimiento.

Desde luego, faltaríamos al decoro y respeto por el género humano, si no mencionamos al gran “padrino y propulsor” de todas estas calamidades, ese diablillo moderno -o tal vez eterno- que canaliza, permite y se beneficia de la presencia de esas desgracias: su majestad “la Corrupción”, elemento común entre gobernantes y gobernados.

Permítanme, ahora, volver al punto de partida. La llamada “recuperación económica” podrá ser difícil, pero no es asunto nuevo. Se ha repetido en la historia una y otra vez; y hay ocasiones en que la hemos considerado, casi irreversible, automática, inevitable y hasta forzosa.

Mis aprensiones, como ya les dije, no son por las muertes, ni por la “recuperación económica”. Lo que realmente me preocupa es que siento que esta desgracia global, parece ser el punto de inflexión del derrotero que lleva el mundo por los últimos cincuenta años. Y quiero planteárselo en término de interrogantes, cuyas respuestas, confieso, aún desconozco.

¿Usted se imagina que el país que más compra, no es al mismo tiempo el que mas vende, ni el que más fabrica?

¿Usted ha observado que desde la famosa apertura del presidente Nixon hacia China en los años 70’s, las cuatro administraciones -las dos Bush (padre e hijo), la de Clinton y la de Obama- solamente han disminuido la calidad de vida de los residentes americanos, reduciendo su clase media en cerca de un 20%?

¿Se ha percatado usted de que, con las acciones políticas neoliberales de Clinton, por ejemplo, mas de 5,000 empresas norteamericanas se fueron a producir a China, pagando salarios de miseria a los trabajadores, para luego venderle “a precio de mercado”, a los mismos ciudadanos que ellas dejaron sin empleo?

¿Cuánto tiempo cree usted que se pueda mantener este absurdo histórico social del capitalismo bestial y descarnado, sin que se genere una confrontación de características revolucionarias?

La confrontación de esta realidad histórica es lo que me motiva a dar este grito de alerta. Estoy convencido que esta calamidad de una epidemia, que no hay manera de ocultar que se generó en China, como tampoco se puede explicar que, “asombrosamente”, no se extendió hacia las grandes ciudades del país, pero, si pudo ser exportada a Europa y América.

Lo que se pueda generar en este inminente “ajuste de cuentas” por venir, es lo que realmente me perturba. Una lucha sorda y brutal para modificar la cadena de producción mundial es lo único que veo claro en este momento; y sus consecuencias, repito, es lo que realmente me aterra.

POR ROLANDO ROBLES

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