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23 de abril 2024
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OpiniónRamón Antonio VerasRamón Antonio Veras

Al cumplir mis 83 años, pensando en voz alta

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Introducción

1.- La vida del ser humano, solo tiene sentido cuando ella es provechosa desde el punto de vista social. Si la misma no es fructífera, resulta ineficaz.

2.- La incidencia de una persona física en la sociedad humana, sirve para identificarla como productiva. El rendimiento nos dice lo beneficioso que es un ente social por la contribución, que aporta en el área que se desempeña.

I.- He tratado de cumplir con mi deber

3.- El próximo 25 de diciembre, me sirve como marco de referencia para recordar la fecha de mi nacimiento, la que escojo para escribir lo que siento respecto a cómo percibo algunos hechos partiendo de mi percepción.

4.- El individuo debe hacer lo que es su deber de ejecutar o está obligado a realizar. Acatar lo que manda la conciencia, es obedecer un mandato de convicciones.

5.- Al llegar a mis 83 años de edad, debo decir que en todo el curso de mi existencia, he procedido tratando de cumplir con el conocimiento que mi espíritu tiene de mí mismo, o sea, atendiendo a mi conciencia.

6.- Con lo antes expuesto no quiero decir, en modo alguno, que he actuado libre de equivocación o he accionado al margen de desaciertos, porque errar forma parte de la vida de la especie humano.

7.- Con toda franqueza puedo exponer que me mantengo libre de pesares por algo errático que haya hecho. No tengo remordimientos; me siento libre de desasosiego.

8.-   Me siento vivamente motivado al cumplir con lo que estoy obligado por el hecho de vivir en sociedad, ya sea como activista social y político; padre de familia; en el ejercicio de la profesión de abogado y con los vínculos de amistad.

II.- Una vida dedicada al quehacer político 

9.- Durante más de 65 años del tiempo que he vivido, se lo he dedicado al quehacer político y social, en el plano nacional e internacional.

10.- En cualquier escenario donde he actuado, he estado impulsado por el interés de aquella parte de la mayoría de la población que ha necesitado mi modesto concurso.

11.- La actividad política la he llevado a cabo  sin procurar  nada material. Solo he estado movido por lo que creo conveniente a lo que en cualquier lugar del planeta tierra se identifica como pueblo.

12.- La inclinación o actitud para ejecutar tareas políticas y sociales, me han llevado a la realización de cumplir con mi deber de honrar mis ideales y aportar para la liberación del ser humano de las cadenas de la opresión que le imponen sistemas sociales injustos.

III.- Mi proceder como padre de familia

13.- Mi condición de padre ante mis descendientes, no la voy a explicar ni a justificar mediante estas palabras escritas. Dejo que cada uno de mis hijos hable de mi proceder para con ellos, lo que su conciencia les mande, la valoración o menosprecio de cómo he actuado.

14.- De mis hijos no he esperado ni espero recibir nada material. Solamente quiero que me den una parte del trato que de mí recibieron. Así de sencillo. Nada de cariño empalagoso, porque la zalamería la detesto.

15.- Aquel de mi prole que contra mí anide en su conciencia una queja, si espera la llegada de mi muerte para desahogarse, no sería más que un hipócrita y cobarde, y jamás digno de identificarse como mi descendiente.

16.- Si alguno cualquiera de mis hijos que ahora se siente mal con mi manera de ser, ya en la tercera edad, me basta con decirle que lamento su desfasado razonamiento, porque hoy, como ayer, soy el mismo y de ninguna manera cambiaré. Genio y figura, hasta la sepultura.

17.- Durante todo el curso de mi existencia he sido un suertudo y la última dicha que quiero tener es la de morir primero que mis hijos, nietos y nietas, siempre y cuando permanezcan con vida para aportarles a la sociedad donde desarrollan sus actividades.

IV.- En el accionar profesional como abogado

18.- La profesión de abogado, la he procurado ejercer acorde con mi pensamiento político. La ideología que profeso creo no haberla marchitado con actuaciones pecaminosas dentro o fuera de los tribunales.

19.- Esa profesión de abogado, que con tanta emoción, amor y consagración comencé a ejercer, ya hoy no siento hacia ella la misma motivación, porque trabajarla en nuestro medio se ha convertido en un verdadero problema. La abogacía, al igual que la sociedad dominicana entera, está en crisis ética y moral.

V.- La amistad y los falsos amigos

20.-   He tenido que vivir más de 8 décadas para comenzar a conocer lo que es el ser humano, y la forma cambiante de proceder; lo mudable de sus sentimientos y la capacidad que tiene para presentarse, según las circunstancias y conveniencia,  tornado e inmutable.

21.- En los primeros años de mi vida, dada mi candidez, me preocupé por sumar amigos, pero hoy a los 83, me interesa su consistencia en la fidelidad, la autenticidad y sustancia que demuestran estar formados como personas de bien.

22.- Confieso que he pasado momentos amargos por las diabluras que me han hecho felones a quienes tenía en mi corazón como amigos. Turpenes que traté con absoluta lealtad, me resultaron verdaderos canallas, infames indignos de ser mis amigos.

23.- Luego de haber lanzado al zafacón a los falsos amigos escorias, me he quedado, en cuanto a amigos y amigas, con la flor y nata de la amistad.

24.- Porque los falsos amigos no son más que puras menudencias, bagatelas, subproductos sociales, con respecto a esas ratas de cloacas, debo concluir diciendo que quien de ellos se libera puede decir que se salvó de una maldición.

Idea final

25.- Precisamente ahora, al llegar al 83 aniversario de mi nacimiento, es mi deseo: a) mantenerme con vida; b) en buen estado de salud  y, c)  siempre dispuesto  para dentro de lo posible, contribuir a la lucha de la humanidad por una existencia digna en lo material y espiritual.

Por: Ramón Antonio Veras

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