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24 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Ahora  el Imperio no Quiere Invadir

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Desde hace muchos días y hasta ahora, Donald Trump y sus más cercanos seguidores sostenían un discurso muy agresivo contra el gobierno de Nicolás Maduro. Ahora parece que su discurso ha cambiado, luego del regreso de Guaidó, el cual aspiran -tanto ellos como la Unión Europea- a tenerlo de presidente títere y quieren decir que es él  el presidente de Venezuela, lo cual ni ellos mismos se lo creen. Han caído en la mitomanía las autoridades de las principales economía del mundo, exceptuando a China Rusia y Japón.

Semejante actitud de las autoridades de  Estados Unidos y la Unión Europea no es más que un sainete sinónimo de una farsa.  En todo esto juega un importante papel el poder que hoy tienen los medios, cuando a estos se le quieren  usar para vender mensajes falaciosos, presentando lo curvo como recto. ¿Por qué Guaidó tiene tanta capacidad de convocatoria en Venezuela? Porque algunos medios de difusión de mensajes están en manos de la oposición que conspira constantemente contra el chavismo y contra Maduro. Además, es cierto que el pueblo venezolano está padeciendo malestares, desabastecimientos, pero la mayor parte esto no se debe a errores del presidente de Venezuela, si no que se debe a las reminiscencias del modelo neoliberal  impuesto por el Fondo Monetario Internacional a partir de las negociaciones en 1989 y del  manejo de la crisis petrolera por gobiernos extranjeros para provocar la caída del chavismo en ese país.

La oposición venezolana está explotando un rechazo de una parte importante  del pueblo venezolano al gobierno, pero todo ese pueblo no está engañado, porque sabe que los líderes de la oposición lo que quieren es aprovechar la crisis para tener poder y riquezas para ellos y no para resolver problemas a la población. Hay líderes de la oposición que son empresarios, los cuales ven amenazados sus intereses con Maduro y el chavismo, porque saben que van a tener recortes o expropiaciones justas por sus exageradas ganancias.

Entonces, piensan en el lucro o la crematística, desde sus empresas. Un caso emblemático, pero no el único, es el de Henrique Capriles (46 años de edad) que pertenece a una familia vinculada a las inversiones en telecomunicaciones, graduado de abogado. Aunque no tenga empresas a su nombre, el autor no puede confirmar si las tiene, pertenece a una familia vinculada a las telecomunicaciones,  y  los dueños de canales de televisión y otros medios no ven con simpatía que en su país haya un gobierno anti-neoliberal que ponga orden en las telecomunicaciones.

La banca y el capital financiero en general tampoco ven con simpatías un gobierno chavista, sin embargo, el gobierno de Maduro no ha podido frenar la devaluación de su moneda, por lo que parece que no sólo los negocios que operan formalmente en la compra y venta de dólar son los responsables sino que también debe haber un gran mercado negro de esa moneda. Para que esto no termine y para que muchos de los opositores beneficiarse con las ventas del petróleo es que quieren tener el poder, para enriquecerse y no para redistribuir el ingreso.

Venezuela, país que otrora producía del mejor cacao del mundo, que hoy tiene mucha deficiencias en la producción de otros rubros agrícolas y que tenía en el 2010 y posiblemente tenga ahora más de 16,000,000 millones de cabezas de bovinos, si ha tenido fracasos en su aparato productivo no sólo se debe ello al hecho de haber prestado tanta atención a sus exportaciones de petróleo si no a las conspiraciones contra el chavismo que están buscando la ruina de Venezuela con el propósito de salir de maduro y adueñarse del poder.

Para ello han hecho alianza con Trump, Bolsonaro, Piñera, Macri, la Unión Europea, Duque y el presidente de Ecuador. Posiblemente, más allá de las explotaciones petroleras, piensan los inversionistas extranjeros adueñarse de gran parte del subsuelo venezolano para extraer riquezas de las minas de otros minerales. Para ello tienen que contar con una burocracia gubernamental corrupta -los grandes corruptos están entre ellos y no son los que ellos acusan de tales y de narcotraficantes- que  favorezca a los inversionistas privados y al capital financiero venezolano e internacional.

Esa nueva burocracia, en caso de salir del chavismo, estaría premiada con los sueldos lujosos en los altos mandos, la sociedad sería cada vez menos igualitaria y muchas riquezas del país venezolano (incluida la derivada de la explotación petrolera) irían a llenar las arcas de los inversionistas extranjeros y de una minoría privilegiada de la nación venezolana constituida por la clase burguesa. Libre Dios a Venezuela de semejante mal, fruto de las conspiraciones contra el chavismo.

La oposición venezolana acusa a Maduro de usurpar el poder, pero se celebraron elecciones para elegirlo y resultó ganador. No es un usurpador, quien quiere se usurpador es Guaidó. Acusan de dictador a Maduro pero en el 2017 le hicieron muchas protestas en las calles, provocando a la policía y a las fuerzas armadas (algo que ninguna democracia tolera porque eso conspirar). Si en el mundo ha habido, después de los nazis, una fuerza política de derecha terrorista -antes de estar en el poder- esa es la oposición política actual de Venezuela. Son conspiradores dispuestos a cualquier cosa, muchos de los muertos de esas protestas fueron frutos de sus acciones temerarias y provocadoras de la oposición.

Ahora, después de haber dicho que la opción militar o la intervención militar era una posible opción, voceros del gobierno de Trump dicen que eso no va que lo que va es una negociación. No es lo mismo llamar al rey de la gehena (el diablo) que verlo llegar. Hay quienes dicen que Maduro no pudo impedir que Guaidó fuera a Colombia y también que por cobardía no lo apresó a su regreso. Ahora bien, eso no es verdad, porque cómo acusar hoy de dictador a un presidente que hasta ni apresa a los conspiradores; es una táctica política dejar entrar rodeados de embajadores de países extranjeros al principal conspirador contra su gobierno y luego acusar -por los menos al embajador alemán- de interferir en los asuntos internos  de Venezuela y declararlo persona no grata y romper relaciones diplomáticas con Alemania. Eso es dar muestra de tolerancia a todo el mundo y sobre todo a quienes les han acusado de lo que ahora no pueden acusarle.  Eso es ser hombre de Estado, esas acciones de Maduro y su equipo son las de los hombres y mujeres que viven para la política y no las acciones de los hombres y mujeres que viven de la política. Estos o estas últimos (as) son los politiqueros, entre ellos Capriles, Guaidó, Bolsonaro, Piñera, Duque y Macri.

Por Francisco Rafael Guzmán F.

 

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