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24 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Aguantemos la toalla

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El año que se inicia tiene que ser enfrentado por todos los dominicanos con el mayor de los optimismos. En el 2016 en muchas ocasiones gran parte de la comunidad pensó en tirar la toalla, pero se mantuvo vertical esperando un mejor futuro. Hoy, el compromiso es de nunca doblar las rodillas y aprestarse a nuevas jornadas de lucha.

Hay muchos problemas que llenan de tormento a la población nacional. Desde el simple morador de barrio marginado hasta el encumbrado empresario tienen que dar un salto adelante, no dejarse someter por el signo maligno y desesperanzador del tiempo.

Al gobierno como eje central normativo de la vida nacional le toca la mayor responsabilidad. Es crear confianza en todos los estamentos del país. A los pobres hay que buscar la forma de que le llegue el pan diario, que se le abran las puertas al trabajo, que los muchachos prefieran las escuelas en vez de integrarse a las pandillas.

De palabras es fácil aplicar soluciones, pero en la práctica nos encontramos con un país sometido al abandonado, a una crisis de valores, a faltas a la ética de empresarios, a un capitalismo que es negador y no practicante de la justicia social. Todo esto tiene que cambiar, para que se mantenga la paz y la tranquilidad.

En la agenda que recién comienza tiene que tener un lugar bien claro mejorar las condiciones de vida de la gran mayoría, la que sólo se contenta con un salario mínimo de base, que pueda acudir a los hospitales públicos, que la escuela sea funcional, aparte de que en ella se sirva el desayuno y la comida y tenga horario extendido.

La lucha contra la delincuencia dependerá del puño de hierro, de la limpieza de las acciones judiciales, de las medidas de corte social que se tomen, de la reinserción de los jóvenes en el nuevo contexto social, abriendo las puertas a facilidades para el primer empleo.

Cierto, los graves malestares dominicanos vienen desde hace décadas, pero ello no es justificación para cruzarse de brazos, es hora de enfrentarlos ahora mismo, buscando soluciones que sean por lo menos paliativos, para apagar la sed y el hambre. Hay que tener válvulas de escapes, antes de que se produzcan estallidos sociales dolorosos.

Pero no es el momento de doblar las rodillas ni tirar la toalla, sino de dar el siguiente paso y pensar que la República Dominicana está por encima de luchas políticas estériles y de tremendismo que solo nos pueden llevar a mayores divisiones y al atolladero. Aguantemos la toalla, pero si no hay cambios seguirá cogiendo presión la olla social y no sabremos a donde iremos a parar. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

 

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