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23 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Agiotismo y especulación

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Hoy más que nunca hay que parar el agiotismo y la especulación con los comestibles, las medicinas y otros productos básicos.

Hay que reconocer el esfuerzo y la valentía de los pequeños negocios, de los colmados, que mantienen sus puertas abiertas y los servicios a domicilio, pero también hay que señalar que los precios deben seguir iguales.

Desde el gobierno debe haber una clara señal de que se respeten los precios de los comestibles. Es necesario congelar los precios al nivel que estaban al momento de dictarse el primer toque de queda.

Hay que dar incentivos a los colmaderos que se mantienen abiertos, pero sin permitirles que aumenten los precios de los artículos. A los colmados es que van los dominicanos de menores recursos, pero también sirven para descongestionar a los grandes supermercados.

Mientras las autoridades sanitarias luchan contra el coronavirus, hay que enfrentar el renglón social de los precios y el abastecimiento de los productos. Podría provocar un gran pánico social si se da la impresión de que hay desabastecimiento de comestibles.

Sin embargo, es la acción de temor de los ciudadanos que lleva a que se formen interminables filas en los supermercados. Hay suficientes productos para atender la demanda. Viven con pavor el día a día, en espera de que se fije un toque de queda de 24 horas, que se cierren los comercios o que se restrinja la venta de gasolina.

Son temores infundados. Las autoridades han dado clara demostración de que actúan con claridad. De que por el tiempo que sea posible se mantendrá el toque de queda de cinco de la tarde a seis de la mañana, de que se seguirá vendiendo gasolina y que no se van a cerrar los comercios.

El coronavirus tiene  una línea cambiante. Cualquier cosa puede pasar en su control. Por lo que nadie se debe llevar de rumores y solo escuchar las versiones oficiales y a los medios de comunicación de reconocida solvencia.

En las crisis, el principal verdugo es la desinformación. Es una avalancha indetenible que comienza con  un mensaje en las redes sociales y al poco tiempo la mentira se vende como verdad.

Hay que sancionar a todos los que comercian con noticias falsas. Los que levantan rumores deben ser detenidos y enjuiciados. Las redes sociales juegan un papel importante en la comunicación, pero hay que aislar a los que propagan noticias falsas.

Cuando la vanidad está en receso, lo más importante es la comida y las medicinas. Las autoridades tienen que garantizar el vital suministro de los alimentos básicos en supermercados y colmados, y las medicinas y vitaminas que se venden en las farmacias.

Temas que a un chusco les parecen sencillos, pero que son el principio de la vida en una crisis. Nadie subsiste en el vórtice de una pandemia sin comida o medicina. A tener precios controlados y buen abastecimiento, por el bien de todos. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

Por Manuel Hernández Villeta

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