Un factor de la impunidad es el alargamiento de los juicios que se celebran en la República Dominicana. Los procesos resultan interminables frente a una sociedad con sed de justicia. Lucen demasiadas las chicanas jurídicas y la complacencia de los jueces y los tribunales.
En este ambiente, los procesos van perdiendo fuerza y el interés de la opinión pública. Lo mismo ocurre en los casos penales como civiles. Y cuando son casos de corrupción, revestidos de las picaduras políticas, ni hablar.
El sistema judicial tiene que revisar estos procesos porque esa dinámica termina quitándole fuerza al brazo de la justicia, justo la instancia más importante en una sociedad democrática. El escenario es indigno.