Acostumbrada a lo malo la sociedad dominicana asume un comportamiento extraño. En vez de reclamar que se corrijan las condiciones en que mantenemos a miles de personas en prisión en condiciones deplorables, requerimos que sean esas las condiciones a que se sometan a quienes van a las cárceles.
Cuando esas personas pertenecen a ciertos estamentos sociales ese resquemor cobra mayor fuerza. Ni siquiera reivindicamos el nuevo modelo carcelario en que las condiciones han mejorado. Preferimos lo peor ignorando la presunción de inocencia o el trato digno.
Nos hemos llenado de resentimientos, y esa actitud pudiera explicarse a partir de las desigualdades, a los privilegios en que viven algunos y a la impunidad.