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23 de abril 2024
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OpiniónRamón Antonio VerasRamón Antonio Veras

A Víctor Quiñones, mi amigo de siempre

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1.- Permanecer con vida durante varios años, permite a los seres humanos recordar hechos del pasado que le sirven como marco de referencia de lo ya ocurrido para traerlo al presente con alegría o tristeza.

2.- En mi paso por centros de estudios primarios, intermedios y secundarios, así como por la Academia Santiago  y en la universidad, establecí relaciones fraternas que todavía hoy ocupan un lugar especial en mi pensamiento.

3.- He hecho referencia a los vínculos establecidos en mi época de estudiante,  para  con mucho dolor en este escrito referirme a la persona de Víctor Quiñones, a quien conocí  en el Liceo Nocturno Secundario Salvador Cucurullo, en los primeros meses  del  año 1957. De los bachilleratos que hice, en el de Ciencias Físicas y Matemáticas, tengo muy presente a Víctor Quiñones.

4.- Víctor Quiñones, fue un brillante estudiante, sumamente inteligente, dominaba  a la perfección las matemáticas, hasta el punto de que llegó a ser un conocido profesor de esa asignatura.

5.- Además de ser mi compañero de estudios y amigo, Víctor  fue mi vecino, cuando ambos residíamos en los alrededores de la Plaza Valerio, en Santiago.

6.- Lamentablemente, me ocupo ahora de  hacer  mención  de Víctor Quiñones,  porque he sido informado de  que ayer  falleció en la ciudad de Santiago de los Caballeros.  Sinceramente, quiero   hacer llegar  mi sentido pésame  a los hijos, familiares y seres queridos  de ese ser humano que tan buenas relaciones cultivamos, cuando ser amigo significaba afecto, franqueza y lealtad.

7.- Recordar a Víctor Quiñones, me posibilita traer a la memoria, imaginarme aquellos días, ya muy lejanos, cuando ambos permanecíamos frías madrugadas preparando diferentes materias para luego hacer exposiciones  en las aulas ante nuestros profesores y compañeros.

8.-  Meditar, reconstruir episodios  ocurridos hace más de  65 años, es despertar el querer; el puro cariño que perdura  y nunca cae en el olvido, porque el afecto auténtico  jamás se borra  y sirve para repasar y condensar  lo que para siempre  estará presente en la conciencia y fijo en el corazón.

Por: Ramón Antonio Veras

Santiago de los Caballeros,

31 de diciembre de 2021.

 

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