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20 de abril 2024
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OpiniónCamelia MichelCamelia Michel

A propósito de Siria y Afganistán

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Los inicios de la guerra de Siria me recuerdan los ataques a Afganistán. Toda guerra se parece a otra, aunque la similitud se da solo hasta cierto punto. Por lo general sucede que la realidad del momento supera el recuerdo, pero para mí, lo acaecido en esa república islámica tiene escasos parangones, al extremo de que no me perdí una sola información. Muy especialmente devoraba los reportajes acerca de los llamados “daños colaterales” que recibió la población civil.

No sabemos las contingencias que habrán de presentarse en los próximos días en Siria, pero pocas podrán sorprendernos, pues el “menú” de crueldades propias de la guerra ocupa una lista inmensa. Esos ataques que lamentablemente están en su fase inicial, ya eran parte de una estrategia, pues no en vano George W. Bush declaró en 2002 que ese país formaba parte del “Eje del Mal”. Para muestra, es suficiente botón lo sucedido en Irak. El calvario de Irán también es de larga data, y el de Corea del Norte ya se encuentra en perspectiva.

Sin embargo, el caso de Afganistán para mí fue particularmente ejemplificador. Pocos países en esa zona tienen la miseria de esa nación. Era fácil adentrarse por sus campos yermos y paupérrimos a través de las horrendas fotografías, informaciones televisadas y por las agudas descripciones de los reporteros, y ver toda la indefensión de su gente, de sus campesinos, no obstante su fama de fieros.

A los políticos y grandes corporaciones no les importa el daño causado. En el caso contrario, no existirían las guerras, o al menos, se habrían reducido a su mínima expresión. Antes bien, sacan ventajas mayúsculas de tamaños desastres y siguen tan campantes, porque en verdad no sólo se interesan en el dinero y el poder, sino que su falta de empatía los delata como unos psicópatas en toda la extensión de la palabra.

Recuerdo que, tras las tensiones desatadas por el 11 de septiembre, finalmente llegó el día cero. Desde el cielo fueron bombardeadas por las aeronaves estadounidenses y aliadas, las provisiones para matar el hambre de los civiles afganos, es decir, alimentar un poco a sus futuras víctimas, quizás como forma de acallar la conciencia, o de humillarlas aún más ¡Quién sabe! Lo cierto es que al siguiente día comenzaron los ataques con bombas de racimos en Kabul, y uno de los primeros “blancos” por error, o efecto colateral, fue un manicomio.
Todo lo que uno pueda decir es poco, y por ende, no diré nada más, salvo que una vez el mundo salió del siniestro Bush, llegó Barak Obama en 2009 con su mesianismo light y sus aires de profeta, a seguir con la ofensiva y estrategia bushistas.

Nunca olvidaré cuando se despachó con un argumento de película, al momento de justificar que se continuara con los ataques en el país asiático: había que mantener la ofensiva, porque era necesario seguir la guerra en Afganistán¡! En ese momento me pregunté: ¿necesaria la guerra para quién? ¿para los afganos? Finalmente, en 2010, planteo todo ese

Sin palabras
(Caminata por Kabul)
A Barack Obama, quien dictó sentencia cuando dijo que la guerra en Afganistán era necesaria.

Yo, ángel de muerte, he quedado sin palabras
caminando por Kabul.
Una mano, ángel de fuego, castigando la miseria
tierra yerma
desamparo
derrama aire cortado
fierro
el racimo de las bombas
dedos, cuerpos
ojos
brazos
un manicomio de gritos
el rebaño de los niños mutilados
bajo el cielo, nube gris y desconcierto.
Yo, ángel de muerte, caminando por Kabul
llegué tardío para urdir la nueva guerra
el conflicto necesario;
no es precisa otra peste
terca mano, ángel de fuego, se pasea por Kabul
y se niega a la partida
mano blanca-mano negra
horca extraña en el cuello de la piedra.

He quedado sin palabras (danzan sueños en el aire)
caminata en la ciudad de la venganza
la ceniza es el viento que anuncia un nuevo orden
donde ha de surcar la democracia.
Nueva Niña del Rayo, así corre Kabul entre montañas
burka enorme, diadema alada
pequeña camina sin piernas
escondida en el volcán de un nuevo sacrificio.

Las deidades invasoras te convocan al altar del gasoducto
víctima sacrificial de la ignominia;
no te salvan las cadenas montañosas ni tus flores
aquellos budas antiguos o las esbeltas mezquitas
el arado en pobres campos, ni el canto surto de las tribus
o tus fieros muyahidin.
¡Ah, la nueva caravana y un enjambre de ovejas!
¡La verdad es que tu guerra en verdad es necesaria!
Abre tus fauces, Corredor de Vakhan, a ver si escapa la tristeza
y llovizna la amapola.

He quedado sin palabras, ángel de muerte en verdad innecesario.
Luego de la noche este día amaneció fértil cadáver
lágrimas, llovizna
fructífero dolor quemando un rostro
albur de sueño roto, solitario gozne.
Ojos llueven agua mansa
cascada tenue.

¡Ay, los niños! inútil danza perdida en los montes.
Niña, espiral y caída, Kabul-Al Qaeda-Bush-peligro
Osama, Obama, Afganistán (guerra necesaria).
¡Fútil voz para que exista el gasoducto!
Un desatado desierto.

Santo Domingo, D.N.
Agosto 2010
D.R.

Por Camelia Michel

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