No hay nada que hacer
Amanecí con un nudo en la garganta.
Sin saberlo viajé hasta las remotas tierras del pasado para rememorar una historia triste para contar, ¡vi a Lázaro!, no al primo de Jesús que volvió a la vida cuando ya hedía.
¡Escúchenlo bien!
Es el harapiento al que pocos miraban sus pupilas, aquel que vivía anclado en los mismísimos portales de la mansión del rico, mismo al que los perros mensajeros lamìan sin cesar las llagas, quizás supurando pus.
Han pasado los años, y cada vez es más triste que la anterior.
Quizás hubo días en que ni cenizas, ni migajas hallaba…
Ángeles del cielo viajaron a velocidades todavía desconocidas por la ciencia de ese alemán que respondía al nombre de Albert Einstein,sólo para cumplir con el encargo de recoger el cuerpo todavía caliente, antes de que se descompusiera y oxidara.
¡No más hambre!
Lo veo en tus ojos, veo la sonrisa del pobre, al lado del padre Abraham, ambos hijos del Altísimo, que domina el tiempo, la historia y todo lo que hay.
Como en la tierra, las monedas tienen dos caras.
Una voz habló, y se derrumbaron las mesas con los banquetes, las bailarinas y las servidumbres de la vida terrena, truenos y estruendo como de terremoto acabaron con la vida de rico, no por ser rico…
Es sólo un parpadeo.
Las noticias vuelan, ya se informa en los diarios de la llegada del rico.
Llamaradas de llamaradas, como lenguas de fuego, no le dejan vivir luego de la muerte…es la noticia más triste y la justicia de la justicia.
No pedí soñar, no le deseo a nadie lo que le pasa al rico, no por ser potentado.
Aunque quisiera hablar, Abrahamestá mudo, no puede atender los requerimientos del condenado.
¡Padre Abraham, compadécete de mí, y manda que Lázaro moje la puntita del dedo en agua y me refresque un poquitín la lengua, porque estoy sufriendo tormento en ese fuego!
Esa noticia voló como pólvora de guerra en diarios del mundo antiguo.
Un abismo, una sima infranqueable separa a Lázaro y al rico.
No estamos en la tierra… no hay nada que hacer…
Por Víctor Elías Aquino