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19 de abril 2024
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OpiniónVíctor Manuel PeñaVíctor Manuel Peña

Punta Catalina y el problema eléctrico dominicano

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Punta Catalina es ciertamente un proyecto muy ambicioso y muy pretencioso, y con relación al mismo hay montada la publicidad por parte del gobierno de Danilo de que el mismo resolvería de manera definitiva el problema eléctrico dominicano.

El problema eléctrico no es solo de generación ni de tarifa, es también de transmisión, de distribución y hasta de financiamiento.

Pero con Punta Catalina no podrá resolverse de manera definitiva ni siquiera el problema de generación, mucho menos el problema de la tarifa de la energía que consume la población.

Potencialmente Punta Catalina tendrá una generación de 674.78 megavatios (337.39 megavatios cada una), y esto no deja no deja de ser interesante, pero ese hecho por sí solo no resolverá la brecha histórica entre la oferta de energía eléctrica y la demanda de energía eléctrica: mientras la demanda crece de manera muy dinámica en el tiempo, no ocurre lo mismo con la oferta, la cual no tiene la misma dinamicidad en el tiempo. En otras palabras, la generación de energía no se multiplica tan rápidamente como se multiplica la demanda de este servicio.

En cuanto a la tarifa, podría ser que en los primeros meses de entrada en operación de Punta Catalina experimente cierta baja, pero sería insostenible en el tiempo no solo porque el gobierno tiene decidido ya vender esas dos plantas de Punta Catalina al sector privado, sino porque el costo del financiamiento, sumamente elevado que ha hecho el gobierno con el resto del mundo para construir esas plantas, presionará para que la tarifa no baje de manera sostenida en el tiempo.

¿Y será tanto bajo el costo marginal producto de que será tan elevada la productividad o eficiencia en los primeros meses de operación de esas plantas logrando economías de escala tan significativas que permitirá un descenso progresivo de la tarifa de la energía eléctrica? Eso en la realidad material de la economía es muy difícil de lograr, mucho más en un sector, mejor dicho, subsector de generación de energía en el que los que son ineficientes son usados por los eficientes para lograr que la tarifa eléctrica aumente de manera sostenida y progresiva, y explica por qué no hay competencia entre generadores y por qué sobreviven los ineficientes que son los que tienen el costo marginal más alto.  Esto quiere que las externalidades que hay al proyecto en el mismo subsector eléctrico, aparte de la dinámica de funcionamiento del mercado eléctrico, no son compatibles con una baja sostenida de la tarifa de la energía.

Producto de que no hay competencia, el precio de la energía eléctrica en el mercado dominicano se está fijando, desde el inicio del proceso de capitalización, en base al costo marginal más alto, y no en base al costo marginal más bajo como debería estarse haciendo.

Lo que se esperaba y se planificó con el proceso de capitalización de las empresas públicas era que al haber competencia en el mercado eléctrico los generadores eficientes sacaran del mercado a los generadores ineficientes.

Pero eso no ha sucedido, ni va a suceder, porque eficientes y no eficientes se pusieron de acuerdo para formar un oligopolio en una mancuerna para joder o sacrificar eternamente al pueblo dominicano, haciendo que éste pague la energía más cara del mundo.

Cuando Punta Catalina sea vendida al sector privado, como se va a hacer, las dos plantas que hay en este proyecto pasarán a engrosar las filas del oligopolio eléctrico dominicano constituido por los generadores privados.

Y como la tarifa de la energía en ese oligopolio eléctrico se fija en base al costo marginal más alto, no hay forma de garantizar que en el mediano y largo plazo la tarifa eléctrica baje de manera progresiva y sostenida.

Por otra parte, con Punta Catalina no se resolverán los gravísimos problemas que tiene el sector eléctrico dominicano en los ámbitos de la transmisión y la distribución. Las enormes pérdidas de energía y los elevadísimos déficits financieros continuarán por sus fueros torturando al sector eléctrico.

Todo eso significa que las subvenciones al sector eléctrico continuarán por parte del Estado.

Punta Catalina ha sido de por sí un parto muy doloroso, el trayecto ha sido muy tortuoso y la cirugía no promete los efectos buscados muy a pesar de una publicidad, totalmente desorbitada,  que no conecta con la verdad ni con la dura realidad de los mortales.

El trayecto recorrido, muy espinoso de por sí, abarca todo lo relativo al proceso de licitación y de adjudicación, al financiamiento e incluso los terrenos ajenos donde se está construyendo la obra Punta Catalina.  Y también el impacto ecológico de la obra.

Se supone que la adjudicación debió haberse decidido entre dos empresas, mejor dicho, haber escogido entre dos ofertas de propuestas económico-financieras, lo que significa que se iba a escoger la mejor propuesta de las dos propuestas presentadas por igual número de empresas que estaban compitiendo. Pero no hubo dos propuestas económico-financieras, sino que hubo solo una, lo que significa que hubo realmente un control monopólico de la oferta por parte de Odebrecht, permitido todo eso por el Estado dominicano.

¿Cómo es posible que la competencia se estableciera entre Odebrecht y un competidor ideal, virtual o teórico cuando la licitación y la adjudicación no fueron ni virtuales ni teóricas? La licitación y la adjudicación se desarrollaron en el mundo y en el marco de lo concreto-real, no de lo concreto-virtual.

Esa comparación capciosa y caprichosa, tomada por los moños, entre una empresa real, Odebrecht, y una empresa virtual o teórica, no estaba contemplada en las bases técnicas ni económicas de la licitación.

Además de esta monstruosidad, ¿cómo es posible que el Estado dominicano le pagara 750 mil dólares (RD$ 35, 655, 000.00 a la tasa de hoy de 47.54 por 1) a un economista, que al mismo tiempo es asesor económico del Poder Ejecutivo, para que hiciera esa comparación fantasiosa, capciosa y absurda entre un competidor real y un competidor virtual, la cual, según se dice, cupo en una página?

Hay que tenerle más respeto al pueblo dominicano, que como siempre es el gran sacrificado o la gran víctima.

El financiamiento que tenía que buscarlo la empresa ganadora de la licitación por cuenta del Estado dominicano, ha tenido que salir presuroso a buscarlo a los mercados financieros internacionales el mismo gobierno.

Pero el parto Punta Catalina es muy doloroso no solo por los traumas del proceso de licitación y adjudicación, sino también por el rosario de préstamos directos e indirectos que ha tenido que salir a buscar a la carrera el actual gobierno dominicano de Danilo Medina.

El gobierno de Danilo Medina ha emitido, a diestra y siniestra, bonos soberanos para terminar de financiar la construcción de las dos plantas a carbón en Punta Catalina.

Danilo Medina ha sido el presidente dominicano que más ha endeudado el país en apenas seis años.

Organismos financieros internacionales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, ya están hablando que la deuda pública dominicana representa el 52 o el 53% del PIB.

El caso de que las plantas a carbón se estén instalando en terrenos propiedad de privados merece una mención especial.  Resulta preocupante, por no decir extraño, que el gobierno haya decidido instalar esas dos plantas a carbón en terrenos de particulares, y más aún, que no haya declarado de utilidad pública esos terrenos. Y ese elemento podría ser el hilo que nos conduzca finalmente hacia quiénes serán los privados que finalmente se quedarán con la propiedad de Punta Catalina.

El problema ecológico es otra arista que no debe ser subestimada en este proyecto. El petróleo y el carbón mineral están conceptuados como los elementos más contaminantes que hay en el planeta Tierra, y  específicamente en el Acuerdo sobre el Cambio Climático, hay el compromiso de ir disminuyendo el progresivamente el uso de estos elementos para generar energía en el mundo si queremos combatir y enfrentar de manera efectiva los efectos dramáticos del cambio climático.  Y por eso hay el compromiso de impulsar la generación de energías limpias.

En el caso de Punta Catalina, el Ministerio de Medio Ambiente se hizo de la vista gorda y no exigió el estudio de impacto ambiental del proyecto Punta Catalina. Además, todo esto es contradictorio porque el país es signatario del Acuerdo sobre el Cambio Climático suscrito en Paris.

En todo el análisis desarrollado hemos visto que Punta Catalina no es, ni puede ser, una solución definitiva al problema eléctrico dominicano, no solo por lo que hemos analizado, sino porque filosóficamente hablando, y en la vida real, ningún problema en la vida se resuelve de manera definitiva.

Y por eso decimos que el contenido de la publicidad montada con relación a Punta Catalina es totalmente falso, porque, además, los terribles daños ecológicos que la misma ha de provocar al medioambiente han sido callados en dicha publicidad.

 

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