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19 de abril 2024
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OpiniónHumberto SalazarHumberto Salazar

El papa Francisco en Chile ¿la caída de un imperio?

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Si había un país de América Latina que podía calificarse de católico conservador este era Chile, ubicado en el extremo sur del continente, esta nación se convirtió en un baluarte del poder político y contra social de la Iglesia Católica, un ejemplo de como los líderes de una religión podían imponer su opinión en temas que debían ser de exclusiva decisión de los gobernantes en un país laico.

Tan es así, que recién en el año 2004 fue aprobada la ley de disolución del Matrimonio, hasta ese año Chile era el único país en occidente donde una pareja no existía en divorcio, miles de chilenos fueron obligados por décadas a vivir en concubinato porque no podían devolver la primera unión que tuvieron porque la ley se lo impedía.

En el gobierno del Presidente Ricardo Lagos, miembro del Partido Socialista de Chile, fue cuando se aprobó la ley, y a pesar de existir una situación de uniones no legales de miles de ciudadanos de ese país, la Conferencia del Episcopado manifestó su ¨profundo disgusto¨ por la aprobación de esta ley e hizo todos los esfuerzos posibles para impedir su aprobación.

Era tal el poder de la Iglesia Católica en Chile, que en su momento el Cardenal Raul Silva Henriquez fue el único que pudo enfrentarse y denunciar las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura de Augusto Pinochet y a pesar de las presiones tener el poder de soportarlas, aunque en su seno coexistían las fuerzas que también apoyaron las acciones del dictador.

Por estos antecedentes deberíamos pensar que la visita del Papa Francisco a Chile esta semana, debía ser un acontecimiento de enorme significación para una feligresía que históricamente ha estado vinculada a la fe católica y a quien las representa en la tierra, que en este caso es un Papa nacido en Latinoamérica y llegó a Roma desde lo que el mismo llamo ¨el fin del mundo¨, la vecina Argentina.

Sin embargo, según las informaciones que se desprenden de las actividades del Papa Francisco en Chile, lo que ha encontrado el representante de la Iglesia en ese país, antes que un ambiente de fervor religioso, es un sentimiento de rechazo por una serie de acciones de sacerdotes acusados de abuso de menores que para la sociedad chilena han sido ocultados por las autoridades eclesiásticas.

Primero fueron una serie de bombas puestas en templos católicos antes de la llegada del Papa, ya en tierra chilena y mientras se reunía con la Presidenta Bachelet y el Presidente electo Sebastian Piñera, seis iglesias mas fueron incendiadas por grupos radicales y bolsones de manifestantes proclamaban su rechazo a la visita del Papa.

Algo como esto era impensable hace algunos años en cualquier país latinoamericano, donde el poder político de la Iglesia era tal que decidía políticas de estado, opinaba e imponía criterios apegados a dogmas religiosos por encima de la opinión de científicos, políticos y pensadores laicos, simplemente porque era claro que ejercían el control social de las masas populares en los grandes centros urbanos y sobretodo en la zona rural de nuestros pueblos.

¿Qué pasó con la otrora poderosa jerarquía católica de Chile?

Lo mismo que ha pasado en países como Mexico con Los Legionarios de Cristo y Marcial Maciel Degollado, República Dominicana con los casos de Josef Wesolowski y el Padre Alberto, la Diócesis de Boston con el caso del Cardenal Bernard Law, y muchos otros donde la Iglesia ha salido muy mal parada al encubrir casos de pederastia o abusos de menores.

En Chile el caso del sacerdote Fernando Karadima desatado entre los años 2004 y 2010 ha sido un golpe demoledor para la credibilidad de una de las instituciones mas fuertes en estos términos de la sociedad chilena, situación que aparentemente ha creado un mal de fondo que se esta manifestando en la visita del Papa Francisco al país sudamericano.

Kadarima fue un cura que durante muchos años se dedicó a la enseñanza de los seminaristas que decidían dedicar su vida al sacerdocio y aparentemente era un referente moral y ejemplar en la formación de estos y se destacó como un guía espiritual para los jóvenes mientras al mismo tiempo se desempeñaba como sacerdote de una de las iglesias mas emblemáticas de la capital chilena.

Durante varios años se acumularon en el obispado de Santiago denuncias de de sacerdotes, y ex-seminaristas sobre presuntos abusos sexuales cometidos por Karadima en contra de menores de edad vinculados al seminario y, como ha sucedido en tantas partes del mundo, la curia católica procedió a ocultar todo lo relacionado con este sacerdote y lo que es peor aún, lo dejó en su puesto como si nada estuviera pasando.

En el año 2010 el periódico The New York Times publicó un reportaje sobre el tema y se produjo una investigación por parte de un programa periodístico chileno, que desató una investigación sobre toda la Iglesia de Chile sobretodo porque varios profesionales de la clase alta de ese país, que pasaron en su momento por el seminario donde Kadarima era sacerdote, dieron su testimonio público sobre lo que les ocurrió en su momento.

La defensa del sacerdote no pudo negar la existencia de estos actos y tuvo que admitir todo, solo que se escudó en que los acosados no habían sido menores sino mayores de 18 años para evitar que Karadima fuera condenado a penas de cárcel por pederastía, que es un grave delito en el código penal chileno.

Para colmo la Santa Sede decidió realizar una investigación particular, al margen de la justicia ordinaria, sobre las actuaciones de este sacerdote, y decidió en un juicio canónico declararlo culpable, apartarlo de la vida sacerdotal y esconderlo para que lleve una vida dedicada a ¨la penitencia y la oración¨ al tiempo que le pedía perdón a los afectados.

Este escándalo llevó a una lluvia de denuncias que suma ya mas de 80 sacerdotes acusados de pederastia en todo Chile con la consecuente pérdida de poder y credibilidad de la Iglesia Católica de ese país, que evidentemente se expresa en la visita del Papa Francisco que en este momento esta pisando tierra de un continente que anteriormente veneraba al representante del Vaticano y desataba un furor religioso sin limites.

Recién la pasada semana la encuesta Latinobarómetro publicó un análisis sobre la situación de la Iglesia Católica en Chile que debería llamar a la reflexión de una de las intituacion es que han dado coherencia a la identidad de los latinoamericanos desde el momento del descubrimiento de este continente por parte de los europeos.

Según esta firma encuestadora, después del escándalo de Fernando Kadarima y la actuación de la curia chilena en este caso, la Iglesia Católica que tenía una credibilidad del 80% por parte de los chilenos disminuyó a solo un 36%, la segunda mas baja del continente, solo por encima del Uruguay que ha sido tradicionalmente el país de mayor laicidad en Latinoamérica.

Y en cuanto a la labor pastoral del Papa Francisco, la valoración de su trabajo es de solo un 5.3 en una escala de 10, muy por debajo del 6.8%, que es el promedio regional, lo que significa que el Sumo Pontífice es el de mas baja valoración en nuestra región en toda la historia de la Iglesia Católica, algo contraproducente porque Bergoglio es el primer sacerdote que ejerce el papado originario de nuestro continente.

Sin dudas los escándalos sexuales de algunos sacerdotes, pero sobretodo las maniobras que se han realizado desde la cúpula de la Iglesia Católica para encubrirlos, que incluso provocaron la desmitificación del papado de Juan Pablo II y la renuncia de Benedicto XVI, algo inédito en la larga historia de la Iglesia Católica, esta remeciendo las bases sobre la que se asentó una de las instituciones mas antiguas de occidente.

¿Es al frio y accidentado recibimiento del Papa Francisco en Chile el prolegómeno de la caída estrepitosa de un imperio religioso que se niega a aceptar los cambios que ya se han producido en otras congregaciones cristianas como la promoción del papel de la mujer y la abolición del celibato para los sacerdotes?

Solo el futuro lo dirá.

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