Juan Pablo Duarte fue un dirigente político de carne y hueso, como lo han sido todos los que han estado en ese quehacer a lo largo de nuestra historia. Y como son los de la actualidad, viejos y jóvenes sin distinción de género, raza o color.
Ha sido, sin duda, el más exitoso de nuestros dirigentes políticos, aunque muriera en la miseria y expulsado de la nación que fundó junto a sus compañeros de lucha. Y su grandeza está basada en dos aspectos, en la Independencia Nacional y en su honestidad para la entrega total.
Y al conmemorar su natalicio hace 205 años, el pasado viernes 26 de enero, pero corrido en el calendario a este lunes 29, es necesario reivindicar su condición para ver si es emulado.