Santo Domingo 23 / 31 Soleado
ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
24 de abril 2024
logo
OpiniónRamón SabaRamón Saba

Adrián Javier

COMPARTIR:

 Nació en Santo Domingo el 17 de mayo de 1967 y falleció a los 45 años de un infarto el 6 de abril de 2013.

 Poeta, periodista, ensayista, gestor cultural, cuentista y publicista. Fue ministro consejero en la embajada de Bélgica. Laboró como columnista y corrector de estilo del periódico vespertino El Nacional. Fue director fundador de Tierra América, Canal 42, guionista de los programas de Nuria Piera y documentalista televisivo, graduado en la Escuela Internacional de Cine y Televisión Tres Mundos de La Habana. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura Intercolegial 1983, recibió el Premio Internacional de Poesía Casa de Teatro 1988, el Premio Nacional de Poesía 1994, una mención especial en los Premios Creatividad Listín Diario 1992, el Premio Nacional de Poesía Pedro Mir 2007 y 2010; mereció una mención especial Concurso de Letras Funglode 2007; además fue galardonado con el Premio Nacional de Minificción Ciudad del Ozama 2010. También en el 2010 La Fundación Global Democracia y Desarrollo (Santo Domingo) y la Global Foundation for Democracy and Development (Nueva York), en  2010 lo seleccionaron como poeta ganador del concurso anual de Periodismo, Cuento, Documentales, Fotografía, Novela, Ensayo y Poesía.

Entre los libros publicados por Javier están El oscuro rito de la luz (poesía), Escribir en femenino (poesía), Idioma de las furias (poesía), Erótica de lo invisible (poesía), Del verso a la fragua: Mateo Morrison en persona y obra (ensayo), Directorio electrónico interactivo de periodistas, artistas y escritores dominicanos (biobibliografía), Caballo de bar (poesía), Día interior (aforismos), Bolero del esquizo (poesía), El mar que andamos (poesía reunida, 1988-2009), Tocar un cuerpo. La mesa de los tártaros (aforismos y fragmentos), Morir por la lengua (aforismos y fragmentos), El festín de los lobos (diálogos con escritores), Escritura y secreto (ensayos), El bosque enfrentado (poesía), Lo terrible adentro (poesía) y La novia de David y otros microrrelatos (minificción). Al dejarnos, dejó también una considerable cantidad de libros inéditos, que espero algún día sean publicados, tanto de poesía, como de novela, aforismos, ensayos y hasta una antología personal. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y figura en varias antologías.

El escritor y filósofo Alejandro Arvelo Polanco describe a Javier como un gran poeta de lo erótico, un gran poeta del amor, de lo invisible, cualidades que se notan en todas sus obras.

El escritor Manuel García Cartagena considera que Adrián Javier se incluye en la lista de poetas que gravitan en torno a un quehacer verbal directamente ligado con una cotidianidad colectiva tomada subrepticiamente por asalto; como si se quisiera dar la razón a Nicanor Parra, quien en nuestra lengua, proclamaba en los años 60 que la publicidad era el último reducto de la poesía en las sociedades de consumo.

El poeta Tony Raful resalta  que la poesía que vive en Adrián Javier) no tiene nada de prestada. No viene de la racionalidad sino del temblor. No llega de la academia sino de la calle y de los ríos y del océano y de las islas. Es poesía, porque brota no de una estructura formal sino del huésped que la habita. Son versos sencillos y a la vez contentivos de una profundidad extraordinaria”.

En una ocasión, Adrián Javier me manifestó en forma enfática y contundente que sus poetas dominicanos favoritos eran Franklin Mieses Burgos, Manuel Del Cabral y Antonio Fernández Spencer… y confieso que casi coincidimos.

Concluyo esta entrega de TRAYECTORIAS LITERARIAS DOMINICANAS con un poema de Adrián Javier:

Bombillo rojo

 Para mi vanidad tu espalda plena el registro

sonoro de tu musgo satisfecho el andén boscoso

que hace de tu cintura un risco exquisito de plata

una cábala macho de incendiario desapego

para mi vanidad la cúspide de tu pecho

esa suave colina que da a su otra maga nadando

la nave de humo que viaja tórrida en la lengua

tras la máscara de una isla rota sin delfines

para mi vanidad tu sueño aguado en el mío

hecho de centella y cabriola enardecida el

iridiscente toque de un gemido monstruo bajo

el agua para mi vanidad y la música en la

desazón la muchedumbre sola de la música

y tu mano tras el plomo sinuoso rodando a

carne plena.

 

 

 

 

Comenta

[wordads]